Revista Cine
Director: M. Night Shyamalan
Supongo que de aquí hasta que termine enero llevaremos a cabo una pequeña retrospectiva 2015, la que, como su nombre indica, repasará algunos títulos de cierta importancia que se estrenaron el año pasado. Para mí "The Visit" es más o menos importante, y yo esperaba verla con ansias, pues a pesar de que el último Shyamalan deja mucho que desear, acá tampoco se le odia con ese fanatismo ciego e irracional propio de las masas; por lo demás, me interesaba bastante ver qué podía hacer el director de "Signs" con el subgénero del found footage. "The Visit" no es el regreso de Shyamalan a la calidad de antaño ni a las grandes ligas, pero tampoco es una bazofia desechable; de hecho, a mí me parece una película de lo más entretenida, disfrutable e incluso diría que saludable, pues en cierta forma es como si Shyamalan estuviese sanando heridas o recuperando su amor por narrar y dirigir luego de una década para el olvido que lo tuvo siendo el chivo expiatorio de encargos como "After Earth" (los Smith la sacaron barata: se lavaron las manos y le echaron la culpa al director indio, ¡y eso que la familia entera estuvo en la producción!) y "Wayward Pines" (de la que no es creador pero sí el nombre más conocido y, obvio, catalizador de críticas).
Dos hermanos (una quinceañera con delirios de documentalista y un chico que se cree rapero) van a visitar a sus abuelos maternos, a quienes no han visto en toda su vida. Pero cuando llegan, resulta que los viejecitos no son tan dulces y normales como aparentan...
Me ha sorprendido un montón, y gratamente, el desenfado con que Shyamalan hace esta película. Si uno va con la idea de que se encontrará con el enésimo found footage de adolescentes gritando y llorando y huyendo de ágiles monstruos/fantasmas/lo-que-sea en los que el terror no es más que un cúmulo de vanos trucos efectistas más sonrojantes que aterradores, entonces rápidamente se dará cuenta de que está equivocado. Sí, puede que "The Visit" recurra a un par de sustos tan previsibles como efectivos, pero a diferencia de las malas películas del subgénero, en las que la construcción de una atmósfera es inexistente y el argumento una vil excusa para aprovechar la "estética documental" y sumarse a la moda, Shyamalan es capaz de generar tensión y terror del bueno, lo que es mejor, mediante una manera atípica e inesperada: el humor más descolocante, enfermizo y desquiciante posible, aquel que carece de toda lógica pero que a la vez tiene toda la lógica del mundo, por más simple que sea. Así, "The Visit" parte de lo más normal, con estos niños interactuando con sus abuelos por primera vez, para luego continuar con una serie de hechos pequeños pero tan raros (y graciosos) que uno no puede evitar sentirse incomodado, mecánica que irá escalando en absurdo e inquietud y, finalmente, en peligrosidad y asfixia, porque Shyamalan tampoco minimiza tanto la base argumental y ambiental de su premisa. En cualquier caso, para que quede claro, "The Visit" no es ni terror ni comedia, más bien la perfecta mezcla de ambos: una jocosa incomodidad que, como toda incomodidad, asusta y divierte y atrapa.
Cierto es que, por desgracia, el tramo final pasa de ser auténticamente aterrador a exagerado y hasta cursi, pero ello no quita el hecho de que la película es tremendamente entretenida y sólida, tanto por el ágil guión y la habilidad con que está ejecutada (destaca el confiable mecanismo de contrastar la tranquila cotidianidad con una locura cada vez más presente, o la desaforada mezcla de ambos estados: "¿te puedes meter al horno para limpiarlo?") como por lo que se nos narra: una convincente y apropiada historia de superación y/o perdón, y es que a mí me han conmovido bastante un par de escenas de lo más humanas, por ejemplo la interrogación del hermano a la hermana o el testimonio final de la madre, y para no quedarnos cortos, todo el interés de la niña en escarbar en la historia familiar y darle un cierre o, qué bonito, un nuevo comienzo. Y ya que estamos en ello, no hay que olvidar las excelentes labores de los hermanos y de los abuelos, cada cual con su particular característica.
Puede que no sea mucho, pero "The Visit" es uno de los mejores found footage que se puedan encontrar (jojo) y, probablemente lo más importante, es la viva muestra de que Shyamalan no está muerto (andaba de parranda), si bien hay que mantener la calma. A propósito, para ser de lo mejor del subgénero no es que el director haya innovado mucho (o nada), salvo que, además de darle el giro hacia la comedia negra, utiliza la cámara bajo el punto de vista del que explora y no del que huye, lo que da más libertad a la hora de contar la historia y propiciar situaciones de miedo y estrés, y por supuesto, naturalidad, pues si algo entiende Shyamalan es que no todo puede ser gritos y ruidos: la gracia está en los cambios.