HEARTS STILL BEATING (11 DE DICIEMBRE DE 2016) -AVISO SPOILERS-
No creo que la trama principal de lo que va de temporada de TWD resista el más mínimo análisis dramático. El conflicto entre los protagonistas y Negan (Jeffrey Dean Morgan) arrancó con fuerza en el primer episodio, pero apenas ha tenido desarrollo en las siguientes siete entregas, de las que, al menos cuatro, se desvían en subtramas más o menos relacionadas con el núcleo argumental. Este octavo capítulo no aporta nada nuevo, en el sentido de que se limita a desarrollar historias planteadas en el anterior. Así, Rick (Andrew Lincoln) y Aaron (Ross Marquand) penetran en el interior del territorio de un personaje misterioso para hacerse con sus armas y pertenencias, subtrama que tiene la única "acción-zombie" del capítulo, pero que no aporta nada más. Maggie (Lauren Cohan) sigue perfilándose como posible líder en la comunidad de Hilltop; Carol (Melissa McBride) continúa su aislamiento en el Reino; y, principalmente, Negan aterroriza a los habitantes de Alexandria mientras espera la vuelta de Rick. Paralelamente, Michonne (Danai Gurira) desiste de su misión para asesinar a Negan, al darse cuenta de la superioridad numérica de los "Salvadores". Esta historia resulta completamente anticlimática, y su resolución visual es una buena muestra de las pretensiones de los autores de esta serie: en un plano general, vemos el coche que Michonne comparte con una de los "Salvadores", a la que mata fríamente. Pero lo hace prácticamente "fuera de campo", ya que apenas distinguimos dos pequeñas siluetas dentro del coche. Este tratamiento de la violencia resulta curioso, ambicioso, y personalmente me recuerda otra solución visual utilizada por Quentin Tarantino -en un elaborado plano secuencia- en Jackie Brown (1997) para enseñarnos una ejecución en el maletero de un coche. ¿Puede permitirse una serie de éxito como TWD estas estrategias de distanciamiento? No lo sé.
A esto hay que añadir que en el episodio ocurren varias cosas importantes, no demasiado bien resueltas. Veamos. Por un lado, Daryl (Norman Reedus) escapa de los "Salvadores", pero la fuga se nos escatima relativamente: solo vemos parte de la misma, una elipsis, algo rácana, nos muestra al de la ballesta directamente de regreso en Hilltop. La fuga tiene un momento curioso: Daryl mata a Fat Joey (Joshua Hoover), el más simpático de los "Salvadores", discriminado por su sobrepeso, que encima pedía clemencia. Que Daryl le mate parece un comentario sobre la "banalidad del mal". Fat Joey intenta escudarse en el consabido "solo seguía órdenes", pero Daryl le encuentra culpable de todas maneras. El otro hecho importante es que Rosita (Christianh Serratos) hace uso -por fin- de la bala que le ha fabricado Eugene (Josh McDermitt) disparando contra Negan. Obviamente falla, pero el momento tampoco se nos muestra, utilizando la pausa publicitaria como elipsis para decirnos luego que el bate de Negan, "Lucille", ha detenido el proyectil. La idea resulta un tanto inverosímil. Como castigo, Negan ordena la muerte de alguien, pero no es Rosita la ejecutada, sino Olivia (Ann Mahoney), un personaje bastante menos importante. Es aquí donde veo flojos a los guionistas: deberían haber matado a Rosita. Algo más satisfactoria resulta la muerte de Spencer (Austin Nichols) que intentaba hacerle la pelota a Negan. Llegamos así al punto más endeble de la temporada: el arco de transformación de Rick. El expolicía parece reaccionar tras la muerte de Spencer, que parece ser la última gota que rebasa su capacidad de aguantar los abusos de Negan. Rick pasa así de tener una actitud cobarde y servil -justificada por la fuerza de los "Salvadores"- a reencontrarse con su grupo para atacar a sus enemigos en un futuro. En mi opinión, estas evoluciones del personaje de Rick no han sido desarrolladas satisfactoriamente. Tanto la primera decisión del protagonista, de no luchar, como esta esperada reacción, me resultan bruscas, poco justificadas. Una pena, porque lo mejor de la serie hasta ahora había sido precisamente una cuidada progresión del personaje de Rick.CAPÍTULO ANTERIOR: SING ME A SONG