Revista Cine
Director: John Sturges
No es que éste sea un cabo suelto que se pueda atar así como así, pero hace más de un año que me puse a ver hartos westerns y ahora quiero retomar un poco dicha actividad; de esta forma, vamos a partir con "The Walking Hills", uno de los tantos westerns que ha dirigido John Sturges y que ha protagonizado el bueno de Randolph Scott, un hombre de western (acá ya lo hemos visto en varias películas). Antes de continuar, diré que me he puesto a ver de nuevo el animé de "Death Note" (de hecho ya voy por el capítulo 28) y, si bien nunca me agradó del todo Light Yagami, el protagonista que utiliza la Death Note para matar criminales y comenzar su nuevo mundo perfecto, en esta ocasión me ha parecido un personaje realmente despreciable y aborrecible, un completo hijo de puta. Será que cuando era adolescente veía el mundo de manera muy simple y pasaba por alto conductas de Light que ahora me molestan profundamente; por lo demás, el tipo se cree muy listo (lo es, para qué engañarnos), pero también es cierto que el desgraciado se salvó varias veces por pura suerte, sin mencionar el hecho de que es una tremenda e injusta ventaja que él supiera de la Death Note y no L, pues si éste hubiera sabido del cuaderno, Light habría sido atrapado con facilidad y cagaste pistola, aunque en ese caso la historia habría sido mucho menos interesante de lo que es. ¿Seré capaz de ver el live-action de Netflix? Dios, a lo que ha llegado el mundo...
Me ha gustado "The Walking Hills", me ha parecido una película concisa, directa y rodada con pulso firme, si bien pienso que el guión no aprovechó totalmente, o con toda la contundencia que se podía haber logrado, los prometedores elementos narrativos de los que disponía, aunque ya digo, de todas formas la puesta en escena de John Sturges corrige estos fallos menores y nos termina entregando una entretenida historia sobre un grupo de hombres que se lanzan a buscar un tesoro ubicado en las dunas, en inglés conocidas como the walking hills, terreno que, como su nombre bien indica, se caracteriza por sufrir notorios cambios a través del paso del tiempo (la arena de las dunas es muy permeable, además, a las variaciones del clima -diría tiempo, como corresponde, pero ya saben cómo se entendería dicha palabra-). Eso sí, antes de lanzarnos en tamaña empresa, la película comienza con un sujeto, sospechoso de algo sin duda, siendo seguido por un policía que lo alcanza en un bar en cuya parte trasera se desarrolla un juego de póker (esta escena me parece notable), el cual reúne a un variopinto grupo de hombres que no dudarán en aceptar el llamado del dinero, la gloria y el poder (o sean cuales sean sus sueños). Demás está decir que en la búsqueda del tesoro habrán tensiones, gracias a la presencia del policía y el fugitivo, pero también debido a un triángulo amoroso que, miren ustedes, también se cruza con el asunto este de la ley (olvidé decir que hay una mujer entre medio, je, je). En todo caso yo no diría que el motor del relato sea la búsqueda del tesoro, pues no pasan muchos minutos hasta que los hombres se encuentran con indicios del supuesto tesoro; en realidad ésta es la excusa, en teoría, para desarrollar estos conflictos criminales y románticos, aunque el guión se preocupa más del argumento (cómo llegaron algunos de los miembros a dicha expedición, por qué a uno lo buscan, por qué la otra está entre medio, cuándo actuarán y llevarán a cabo sus planes... y cómo) y el mismo Sturges tampoco presta tanta atención a la construcción moral de los personajes, solamente al caudal de causalidades, al acción-reacción, que se produce de la interacción de tan diverso grupo (arquetipos de cuyas características esenciales surgen los conflictivos intercambios), y eso que pudo haber incluido un poco más de suspenso, manejando a gusto la lógica del "quién es el culpable", o aprovechado mejor el elemento del enemigo invisible (hay una escena en que se ven reflejos de espejo desde lejos, algo prometedor, ¿no?), de la soledad o el aislamiento, la degradación psicológica, etc. No obstante, el metraje mismo, desde bien temprano, nos deja claro (en realidad uno se da cuenta) que las intenciones del guión y de Sturges son modestas y sencillas: contarnos la historia de un grupo de personas que van a buscar un tesoro, con todos los peligros, externos e internos, que ello conlleva.
El triángulo me pareció algo soso y los personajes más importantes se dan cuenta rápidamente de quién es quién (adiós, intriga), pero de todas formas me pareció un relato fluido, que logra captar la atención del espectador, y que se desarrolla con solvencia y consistencia, dejando una sensación más que satisfactoria y demostrando la buena mano (y el buen ojo) que tiene su director. A fin de cuentas, "The Walking Hills" es una sencilla historia de camaradería de la buena (con los contratiempos de siempre, sean humanos o de otro tipo) y no tanto un ejercicio de estilo, de atmósfera, qué sé yo. Cumple lo que promete y hay que apreciarlo, pues lo hace bien después de todo. Y para no dejar algunos detalles de lado: Randolph Scott interpreta a un ¿criador de caballos de carrera?, la acción transcurre en la actualidad (de ese entonces, claro) y la película aúna elementos tanto del noir como del western, sobre todo al inicio.
Recomendable película, claro que sí.