El maestro del taller literario me ha obligado a asaltar los muros de Zuckerland tras los que se parapetan compañeros de letras. A pesar de mi incipiente artrosis y de los años que hace que no dejo las rodillas en tales empeños. Ahora que soy un señor mayor tirando a eremita me he visto forzado a solicitarles amistad en FB antes de poder asaltar la confianza, con esta tardía gamberrada, de quien me la conceda. Así, sin conocerlos de nada, a pelo. Como si sobraran amigos. Por ser un buen propósito, obedezco. Llevé muchas hostias en la vida (repartidas entre casa, la escuela y ya luego por ahí fuera) para aprender acatamiento. Soy ahora sumiso caballero parlante que se vale únicamente de la humilde palabra.
Facebook no es todo ni vive todo el mundo ahí, aunque acabaremos perteneciendo a esos nuevos países GAFA: Google, Apple, Facebook y Amazon. Un contrasentido, por la vista de la que hacen gala. El mio, con águila o gaviota, no puede competir con ellos por mucha bandera y demás trapos que ventile en las corrientes de orgullo. Aprovecho por lo tanto para optimizar mi esfuerzo y esparcir deseos luminosos por el firmamento humano. A todas las personas que me siguen y a las que sigo, ¡qué sería de esta vida sin huellas que perseguir!, aunque muchas nos guíen al precipicio.
Que encontréis vuestra LUZ, busquéis lo que busquéis.