"The Ways of Zion do Mourn" es un himno fúnebre que dedicó Haendel a la reina Carolina, consorte de Jorge II, fallecida en Londres, el 20 de noviembre de 1737. Lo compuso en tan sólo cinco días. El texto del himno fue recopilado por Edward Willes, subdiácono de la abadía de Westminster, no contiene referencias concretas a la persona de la reina sino a un ser en abstracto.
Lo escuchamos en la versión de John Eliot Gardiner, los English Baroque Soloists y el Monteverdi Choir, dura casi una hora y su música es en su mayor parte de lo más sentido y hermoso compuesto por Haendel en música coral, teniendo algo así para qué necesitamos a Bruckner. Dicen que el tema del primer coro fue utilizado por Mozart como tema de su movimiento "Requiem aeternan" de la Misa de Réquiem. Yo lo pongo entero, cada uno que escuche hasta donde llegue, quiera, pueda o soporte:
"Handel sintió la muerte de la Reina como algo propio, la había conocido desde los once años, cuando era Carlona de Ansbach, y en 1711 había escrito duetos para ella en Hannover como prometida de Jorge Augusto. Ella le había dado su apoyo sincero en Inglaterra, abonándose a la ópera con sus hijas, contratándole como maestro de música y suavizando cuando podía el antagonismo hacia él de su marido y de su hijo. El Rey, de acuerdo con Hawkins, le encargó un himno fúnebre el 7 de diciembre y hacia el día 12 Haendel había terminado The Ways of Zion do Mourn. Fue ensayado el 14 en la Banqueting House Chapel, Whitehall, con la Familia Real presente de incógnito, donde la combinación de la música de Haendel con los techos pintados por Rubens arrancó una exaltada respuesta de John Lockman:
Escrito después del ensayo (en la Banqueting Haouse, Whitehall) del Himno compuesto por Mr. Handel para el funeral de su difunta Majestad.
Tocado por la belleza formada por mágicos colores,
de grupo en grupo, el ojo conmovido que vuela;
hasta que acentos seráficos, solemnes, profundos y pausados,
se funden en el oído, en suave, melodioso pesar.
Tal es el hechizo que las dos artes contendientes dispensan;
cuán dulcemente cautivan cada arrebatado sentido,
no lo sabremos nunca; pero debemos admirar por turnos,
el lápiz que imita, y la lira que habla.
Haendel utiliza en el himno la fuerza a gran escala que reservaba para las grandes ocasiones oficiales, o para las celebraciones al aire libre, con 'cerca de 80 intérpretes vocales y 100 instrumentales de la orquesta de su Majestad, y de la Ópera, etc.' (Grub-Street Jounal, 22 diciembre 1737). (...)
El extenso himno se refiere de varias maneras al luteranismo de Haendel (y de la Reina), por ejemplo, citando un motete de Jacob Handl aún de uso frecuente en Alemania como música fúnebre, y en una cita literal de la melodía de un coral. También aparece la gravedad de la primitiva música inglesa de iglesia, si bien, en la sección `Their bodies are buried in peace', donde la influencia de Gibbons es más evidente, el modo es alterado con recursos armónicos sorprendentes. Es significativo que Haendel evitara totalmente cualquier símbolo operístico convencional de pesar, que en su interior estaba relacionado con su aflicción personal; una declaración nacional de dolor debía renunciar a las apoyaturas y a cromatismos exaltados descendentes. Por razones similares evita la intervención de solistas; sólo cuando revisó después la obra (por ejemplo en el Foundling Hospital Anthem) señaló secciones para voces solas, al modo de himno rimado."
("Haendel". Christopher Hogwood. 1984)