Una niña corre por el bosque huyendo de sus captores. Desorientada, fatigada, cubierta de sangre, no sabremos de qué se esconde en una casa de campo en la que cae incidentalmente hasta que años más tarde sus captores encuentren su pista. Corea siempre aporta una nota de frescura y ritmo, como en este caso, en la que la cinta tarda en arrancar con una razón: la explosión aplazada es lo que está esperando el espectador impacientemente. Esta primera parte de una trilogía destaca más por saber conectar con su público que por su calidad intrínseca. Pero es que hay que reconocer que da lo que se anhela, esto es, una ensalada de hostias al estilo oriental. Una película festivalera donde el guión, las interpretaciones o la propia historia están al servicio de las leches.
Puntuación @SihayaKynes: 7/10