Solo los que viven en la buhardilla
de este mundo
pueden vivir sin hundidos equinoccios.
Acampan sus palabras en una perfumada halitosis
y te alunizan deslumbrantes sonrisas.
Que si la vida es bella, sé feliz, carpe diem,
Chupa Chups, confettis, danzas, tíovivos...
Quieren coruscar una ventana tapiada,
chasquear un sonido que se desprende de sus manos.
Manos como las mías, convertidas en mapas de recuerdos
para videntes invidentes
y que se ajan con las lluvias recogidas
de mi corroído rostro de viejo perro,
perro que está sordo, cojo, casi muerto,
solo,
-porque otra palabra más cruda no se puede colgar de mis labios carcomidos por el invierno-
solo,
-porque otra palabra no puedeo aullar entre mis prietos dientes-
solo.
He luchado por el espectáculo
de este pervertido mundo
que te permite apagar los focos
y te regala una postal de navidad
-con cuatro arrugados billetes verdes ensartados en sus entrañas-
si te derrumbas vomitando tristezas
en un cuadrilátero hueco, oscuro.
He luchado y me he entregado
a tu placebo de palabras especulativas.
He luchado y jamás ganado.
Última mirada.
Salto mortal.
Poem by W.