O eso puede pensar uno: ojo a la última “s”. Porque el disco se abre conAngels, árida melodía brevemente esbozada por guitarra desértica y voz, que no llega a tener más que un conato de ritmo. Pero no. Ni un BPM registro ahí, ni falta que hace. Buen comienzo. Luego viene la primera hipótesis sobre el título del disco: ‘Coexist’, porque Chained arranca incontestable con vocación de club y uno imagina que en eso se basa el disco, en coexistencia, incluso en una misma canción, de calma y de excitación rítmica. Podría seguir hablando de más canciones: de la vocación intimista industrial de Oursong, de la inmediatez casi pop de Tides o Swept away y sus arranques rítmicos. De muchas fases instrumentales completamente fascinantes en canciones aparentemente menores. De como no es este un disco con tantas guitarras como el primero, pero cuando estas surgen, más en punteos que en riffs, reinan (esa irrupción a los dos minutos justos en Chained). De las sonoridades prácticamente experimentales que se combinan con esas vocales a dúo marca de la casa, esos pasajes sónicos que aparecen inesperadamente.
A pesar de lo cual, antes de lanzarme a la euforia he hecho que este disco me acompañe a todas partes durante los últimos diez días. Sin usar el skip, sin enfatizar escuchas en temas preferidos (que, como en el primero, acaban siendo casi todos).
Porque quería ser objetivo y no parecer un fanático. Necesitaba cierto aire reflexivo.
Reflexión #1: Qué bien suenan, aún mejor que en el primero, estos tíos. Con auriculares, o en equipos a toda castaña, en el coche, cómo se nota esa figura de Jamie XX bregada en producciones y remixes, diseñando el sonido. Dejando que se filtren sus influencias clubbers pero, a la vez, que sean compatibles con el tono introspectivo propio de voces y composiciones de Romy y Oliver. Qué formidables y qué contenidos son, apenas una canción supera los cuatro minutos, apenas ninguna de ellas acaba (y qué bien acaban los temas, joder) sin que quede la sensación de que podría durar algo más. Alguna de ellas parece pedir una remezcla que la entregue a la pista. Nada de estribillos en fundido. Lo justo y preciso, ahí, en su medida.
Reflexióm #2: Leo que algunas canciones del primer disco datan de cuando eran unos quinceañeros. He disfrutado de esa web www.xx-xx.co.uk abierta durante el proceso de grabación del disco. Me da por especular sobre el cúmulo de música que estos tres han descubierto en ese lapso y como esas influencias tiznan estas nuevas canciones. Si el primer disco era el dubstep y los New Order y Chris Isaak y los Everything but the girl, ahora todo se desborda. Pero cómo y de qué manera sutil y enriquecedora. La voz de Oliver raspa a veces como la de Robbie Wiliams, pero además hay influencias casi simbólicas: de Fleetwood Mac, de K.D. Lang, de Faithless, de Nalin&Kane, de Sade, de bandas sonoras, de Japan, de Radiohead, de oscuros temas de club, antiguos y nuevos, que Jamie XX convierte en propias, en homenajes soterrados, casi inconscientes, de un grupo al que hay que tomar muy en serio.
Dos veces, ya, han definido un sonido.