-La Teoría de la Dependencia ya ha demostrado que el capitalismo no promueve el crecimiento y el progreso en los países en desarrollo. Con lo que está pasando en Estados Unidos y Europa, ¿puede afirmarse que ha entrado en una crisis estructural y tampoco los promueve en los países industrializados?
–Bueno, la verdad es que el capitalismo vive una crisis estructural desde que entró en la etapa imperialista, a finales del siglo XIX. La gente habla del siglo XX como si hubiese sido un tiempo de éxito del capitalismo, pero no lo fue. La I Guerra Mundial fue una confrontación colosal entre las potencias imperialistas, con millones de muertos y una enorme destrucción de fuerzas productivas. Eso no es un éxito. Luego se produjo una revolución socialista que comenzó en Rusia y se expandió por Europa y el resto del mundo, incluyendo México. Eso tampoco fue un éxito para el capitalismo. Después vino la crisis de 1929, que derrumbó las economías capitalistas por 20 años, y hubo otra guerra mundial con 60 millones de muertos. Eso no fue un éxito. En la segunda mitad del siglo fue cuando el capitalismo logró consolidarse, pero lo hizo con una expansión del gasto público hasta 40% del Producto Interno Bruto, es decir, que tuvo éxito solo cuando incorporó al Estado de manera muy fuerte en la economía, es decir, mediante una fórmula supuestamente no capitalista. En los años 70 y 80 se pretende abandonar esas recetas de (John Maynard) Keynes (1883-1946, economista inglés que defendió el rol del Estado como motor principal de la economía). Fue eso que se llamó neoliberalismo, una locura que significaba volver al siglo XVIII, pero que se presentaba como lo más avanzado. Esa locura sirvió solo a los monopolios y al sector financiero, que pasó a intervenir en rol protagónico en la economía, a nombre de un ente supuestamente abstracto que es el mercado. Uno oye hablar en la televisión de que “el mercado quiere”, “el mercado dice”, y si se investiga bien quién es el mercado, resulta que son cinco tipos que controlan el sector financiero. El intento neoliberal, que parecía victorioso en los años 90, generó un desequilibrio económico brutal. La deuda de Estados Unidos, al iniciarse la era Reagan era de 50 mil millones de dólares, y al finalizar, de 350 mil millones…
–Sin embargo, Reagan es el paradigma del supuesto éxito del neoliberalismo…
–Es que esa gente tiene un discurso completamente diferente de su práctica. Es algo que discutí mucho con mis colegas durante esos años. Muchos de ellos llegaron a creer que el neoliberalismo era exitoso. Ellos usan la teoría para justificar las privatizaciones, la desregulación laboral, el recorte de la inversión social, pero no para disminuir la intervención del Estado. En rigor, el capitalismo de Estado es la única forma de supervivencia del capitalismo.
–¿Podrá el capitalismo reinventarse o reconducirse?
–La solución que han buscado, en lugar de corregir los desequilibrios, es acentuarlos, apoyar masivamente a un sistema bancario inútil porque vive de la deuda pública, no de financiar al aparato productivo.
–¿Puede pronosticarse entonces una crisis social generalizada en los principales países capitalistas?
–Estamos en un proceso de crisis que se va profundizando. Todos esos países están obligados a cortar gastos porque tienen grandes déficit, pero no pueden reducir los pagos de la deuda porque el sector financiero maneja tal cantidad de recursos que le permite someter a su control casi todo el aparato de poder. Es una ideología que lleva el irracionalismo a un nivel superlativo. Es un mundo totalmente falso. El capitalismo está perdiendo capacidad para convencer a las personas porque la gente ve que ha perdido sus derechos a la salud, a la educación, a la seguridad social, y todo ello para que el Estado pueda darle dinero a los bancos. Es demasiado irracional. Han tratado de disfrazarlo de muchas maneras, pero la gente se da cuenta y está en la calle. Los neoliberales te dicen que lo peor es la inflación porque se come tu renta, y que para combatirla hay que cortar el gasto despidiendo a mucha gente. Bueno, esa gente se queda absolutamente sin renta. El que antes tenía una renta maltrecha, ahora no tiene nada… ¡Y hay expertos que todavía dudan si eso es correcto o no! Es una estructura de pensamiento que tiene que falsificar tanto la realidad que ha perdido mucha de su capacidad de convencer. Estamos próximos a una crisis ideológica del capitalismo, que ya existe en parte, pero aún no ha alcanzado su máximo nivel.
–En Venezuela hay un propósito de avanzar hacia el socialismo, pero la cultura sigue siendo predominantemente capitalista. ¿Cómo cree que se va a decantar este proceso?
–El que Venezuela se haya definido como socialista en un momento en que el socialismo estaba en baja, le ha permitido al liderazgo político, y particularmente al presidente Chávez, producir un movimiento de conciencia para una transformación profunda. Venezuela tiene la ventaja de disponer de una formidable fuente de ingresos y el Gobierno los reorientó para atender las necesidades de los más pobres. Por lo tanto, ellos sienten el efecto material de las ideas socialistas. No es que se esté creando una economía socialista, pero se está dando una respuesta no capitalista e inmediata en la utilización de esos recursos. Otro asunto es cómo realizar inversiones que permitan la acumulación de capital para asegurar el crecimiento de la economía. En eso se han dado algunos pasos, pero es un tema mucho más complejo, precisamente por la cultura rentista de la sociedad.
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Economista de culto
Así como existen los “escritores de culto”, que no se mueven con las tendencias de moda y –por eso– tienen exclusivos clubes de fans, puede decirse que Theotonio dos Santos es un economista de culto. Sus estudios de la Teoría de la Dependencia lo convirtieron tempranamente en un mito viviente, en especial en círculos de la izquierda latinoamericana.
Hoy, con 75 años de edad, este brasileño nacido en Minas Gerais se mantiene activo, llevando su mensaje adonde quieran oírlo. La semana pasada estuvo en Caracas, participando en la VIII Feria Internacional del Libro de Venezuela.
Aprovechando su bien ganada condición de oráculo, le preguntamos si nuestras alianzas con la indetenible China no estarán sembrando la semilla de una nueva dependencia. Respondió: “Las inversiones chinas son principalmente estatales y de pequeñas empresas que están muy lejos de ser fuerzas monopólicas como las corporaciones capitalistas. Al menos por los momentos, no se empeñarán en llevarse ganancias muy grandes, que es uno de los aspectos negativos de la inversión extranjera. No creo que en este momento representen un peligro de tipo imperialista. Venezuela hizo acuerdos muy buenos con China. Otros países de América Latina deberían hacer lo mismo, pero no lo hacen porque nuestras clases dominantes no tienen proyecto propio”.
Le recordamos que alguna vez las denominó “clases dominantes dominadas” y comentó: “Eso es exactamente lo que siguen siendo”.
Una mirada no convencional al neoliberalismo y la globalización