Revista Cine
Director: Michael Mann
Ay, dios, los impulsos. Qué seríamos sin los malditos impulsos. Cuando todavía no me pongo al día con lo que me queda de Pen-ek Ratanaruang, siguen aparenciendo en mi horizonte y en mi computador películas que aunque tengo muchas ganas de ver, no son mis prioridades en el momento. Finalmente éstas son las primeras que veo. Ya han sido un par. La opera prima de Michael Mann está bastante lejos de la calidad de "Collateral", que me parece una maravilla con un genial Tom Cruise. Puede que esté más cerca de la mediocridad de "Miami Vice", aunque me parece que esa película me gustó un poco más que "Thief". No podría estar seguro, la vi hace ya sus buenos cinco-seis años. Yo pensé que el debut de Michael Mann iba a ser una excelente película, pues no le faltan ingredientes -como James Caan o la trama de la que parte-, pero finalmente la cosa es absolutamente fallida. Una decepción de esas que molestan terriblemente.
James Caan es un ladrón que, junto a dos colegas más que eficientes, se dedica a robar joyerías. Algún problemilla con el dinero del último golpe cometido los mete en el radar de peces más gordos y policías. Además el protagonista tiene unos cuantos deseos personales que quiere llevar a cabo, de los cuales se tiene que preocupar junto con su carrera criminal. Mucho en la mente del buen Caan, que tiene que decidir con pinzas sus próximos movimientos.
La primera secuencia parece ser la típica secuencia de Michael Mann: espléndida en lo estético, y el inicio de una trama llena de acción y movimiento. Y de hecho lo es: muchos planos nocturnos de la ciudad, traslados en auto por calles vacías e iluminadas gustosamente, una banda sonora de lujo -muy en línea con la época, principios de los ochenta, y digna de lo mejor del soundtrack de Hotline Miami-, y tres hombres cometiendo un robo, un golpe, un asalto silencioso y elegante. El que conduce y vigila las radios policiales, el que vigila los sistemas electrónicos, y el que hace la magia de abrir cajas fuertes. La secuencia quedó muy bien, no tanto por lo estético que me parece genial, siendo esto lo único genial que se mantiene de manera constante a lo largo de la película, sino porque de verdad es emocionante y hace que te sientas un tanto involucrado con el robo y los personajes. Te hace ver y creer de verdad que estos tipos son unos malditos genios en lo que hacen, y que lo que viene después va a ser alucinante.
Pero luego de ello la película comienza a fallar de manera escandalosa, cada vez con personajes y escenas que no tienen sustento ni son realmente un aporte a la historia. Más parecen estar ahí para cumplir con las convenciones del tipo de relato al que pertenece. Y esto hace que las demás secuencias, varias de ellas muy cuidadas y bien logradas, den la impresión de tener la misma importancia de un maní, precisamente porque ya no me puedo sentir involucrado ni interesado. Puede que lo estético sea lo mejor, pero no tiene cimientos en un guión lleno de agujeros y lagunas que destruye la premisa de la historia, que de todas formas no tiene nada de original. Además el mal desarrollo argumental propicia -prácticamente justifica- el sopor. Quizás haya influido un poco el que yo tuviera un poco de sueño, porque de verdad esta película me pareció soporífera y plana, aunque no culparía a mi somnolencia del todo: me ha pasado que tengo incluso más sueño del que tenía al momento de ver "Thief", y la genialidad de la película me despierta para disfrutar mucho mejor lo que estoy viendo. En este caso no tenía muchos motivos para despertarme y emocionarme. Por suerte estaba concentrado y la seguí viendo, pero la gran consecuencia del mal guión es que la película no termina de arrancar hasta más o menos los noventa-cien minutos -dura dos horas, nada menos-. Es un paso en falso constante y molesto que demuestra la mediocridad con que fue escrito.
El guión es tan malo y pobre y débil que la historia nunca termina de asentarse bien, nunca termina de echar raíces ni establecer un claro conflicto, que es lo que finalmente capta el interés. Resulta que temprano en la película conocemos a los personajes que parecen estar llamados a ser los que le arruinen sistemáticamente la vida al protagonista: que le amenacen a la familia, que lo metan a la cárcel, que le peguen a los colegas, etc. Nada de ello sucede realmente, pues todo, personajes y acontecimientos, resulta antojadizo y puesto porque sí. Los policías no lucen peligrosos y los criminales son simpáticos hasta que tienen que dejar de serlo, y lo dejan de ser casi al final. Estamos gran parte del relato viendo a James Caan haciendo su vida, complicándose más por cosas personales que por la vida criminal que tiene; lo que para él es algo estresante para nosotros es una banalidad, una cosa sin importancia que ni siquiera puede tener la remota incidencia en el relato. Dirán que influye en la personalidad de Caan y la decisión que toma cerca del final, pero notarán que los elementos introducidos previamente no son ningún aporte, no tienen el peso dramático pretendido: las cosas terminan detonando por algo completamente diferente. Lo personal y lo criminal están estrechamente relacionados, pero en esta película nunca se logra realmente establecer una unión y relación causal, o amenazadoramente causal. Son dos líneas separadas que transcurren independiente la una de la otra, y que por lo mismo, ninguna tiene un conflicto como tal -y mucho menos combinadas-. Entonces tenemos personajes que aparecen casi al tuntún en un par de escenas para lucir malotes y tal, pero que después uno se da cuenta de que no significaban ningún tipo de peligro. Como digo, recién a los cien minutos la película parece tener realmente una trama, pero ya es demasiado tarde como para remediar el fiasco previo; además, el final es tan horriblemente trillado que pierde todo impacto -y visualmente la cosa también está hecha muy convencionalmente, casi de manual-. Y si ya de por sí el relato está construido con una falta de solidez tremendo, entre medio hay escenas y personajes que, aunque haya una clara intención de funcionar como elementos que detonen el estrés de James Caan, sus inclusiones son con calzador y el conjunto entero parece ser todavía más inverosímil. Ah, claro, olvidaba que en el párrafo anterior decía que luego de la primera secuencia del robo comenzaba inmediatamente la debacle: la siguiente escena ocurre en un muelle y vemos a Caan acercarse a un pescador negro. El ladrón le dice "hola capitán". ¿Capitán? Yo pensé que el protagonista era un policía que en sus tiempos libres robaba joyerías. La charla no tiene sentido y el "capitán" no aparece nunca más. ¿Qué gracia tiene esa escena en ese lugar? Absolutamente ninguna. Hay un par de ejemplos más. El gran problema, y a modo de resumen, es que lo esencial tarda en aparecer, siendo todos los "primeros" minutos un verdadero estorbo, provocando que no haya ninguna sensación de peligro, y que el relato termine siendo aletargado y soporífero, insulso y anodino, inocuo y plano. Además, el peligro tampoco puede comenzar si es que los personajes son tan planos como estos: es imposible involucrarse y empatizar con ellos. Simplemente no se puede ¿Por qué deberíamos hacerlo si tienen la complejidad de una piedra? El buen hacer de Mann en el aspecto estético no logra, ni por un segundo -ninguno después de la primera secuencia-, suplir ni disminuir el despropósito que es la película a nivel argumental y narrativo. Hace agua por todos lados y a cada minuto es más insoportable.
Además del mencionado problema del guión tan mal hecho que le resta importancia a todo lo que se supone debe ser algo sumamente importante, está lo plano que resulta ser todo: los propósitos del protagonista son repetidos, así como su relación con la rubia -algo tan repentino que resulta poco creíble-, la aparición de los policías, la prepotencia de James Caan, la presencia del personaje de Okla, la secuencia de la playa, etc.
Lo más plano son las personalidades y relaciones de Caan y su novia y todo lo que tenga que ver con ellos: había una falta de química que resultaba tan incómoda como insoportable -los coqueteos y conversaciones no tenían ni un pelo de ser convincentes-. Se supone que la relación de ambos es lo que mueve emocionalmente a Caan, que finalmente es lo que lo lleva a actuar de la manera en que actúa, pero la cosa es muy falsa y la historia termina cayendo como avión. La amistad de Caan con su mano derecha es más creíble, pero al igual que la que tiene con la novia, carece de fortaleza y credibilidad. "Thief" tiene un problema de verosimilitud grosero, y el título refleja una falta de imaginación inconmensurable. Ladrón. Mira tú, gran cosa: un ladrón. Quizás la película debió haber empezado a los noventa-cien minutos. Habría sido un arranque mucho mejor, aunque claro, habría terminado a los veinte minutos. Ese arranque, no obstante, habría sido el pie para una historia mucho más interesante que la que finalmente fue: un trillado relato de un criminal en busca de redención, mediante el típico recurso del último trabajito y la construcción de una familia y demás. El protagonista no parece querer realmente redimirse de lo que hace, así que todas sus acciones nunca van a ser convincentes ni nada: un relato falso, sin emoción ni pies ni cabeza.
Una redención de mentira.
Lluvia de capturas