El gran miedo de nuestro tiempo es ser víctima de un atentado terrorista, una acción violenta que llega sin previo aviso y que puede ocurrirle a cualquiera en cualquier parte. Hace tres décadas el gran miedo de occidente tenía un cariz un poco distinto: la posibilidad cierta de una guerra nuclear entre las dos superpotencias. Revistas como Muy interesante, ofrecían amplios dossieres acerca de cómo sobrevivir a la explosión y organizar la próspera existencia que vendría tras ella. En este sentido también aparecieron algunos documentales y películas para televisión, que seguramente no eran muy apreciadas por las autoridades, por la ansiedad que podían crear en la población. La más conocida de ellas es El día después (Nicholas Meyer, 1983), pero también es muy interesante asomarse a esta Threads, porque, sin llegar a ser una gran obra, sí que se trata de una de esas películas que recogen el espíritu de una época.
El incidente con el empieza la Tercera Guerra Mundial en Threads comienza con la entrada de tropas soviéticas en Irán, pero eso no es más que una anécdota. Lo relevante es que todo termina con un ataque nuclear a nivel mundial que - suponemos - arrasa con todas las grandes ciudades del planeta. Aquí se nos muestran las consecuencias de la explosión de varias bombas termonucleares sobre la ciudad de Sheffield, en Gran Bretaña, que alberga una base de la OTAN: la tensión de los habitantes antes de que todo comience, que deriva en pánico y saqueo de establecimientos y por fin el ataque, que provoca en un primer momento cientos de miles de víctimas y que poco a poco irá sumando muchas más.
Lo que más me gusta de la película televisiva de Mick Jackson es la frialdad con la que está rodada. Hay un par de familias protagonistas, pero no existe ningún héroe entre ellas, todos sus miembros son víctimas pasivas de los acontecimientos y son sobrepasados por un horror mucho peor que el de Hiroshima o Nagasaki, puesto que los habitantes de Sheffield no pueden esperar recibir ayuda del exterior, ya que todo el país ha retrocedido a la era medieval en unos minutos. Threads está rodada en un tono semidocumental e instructivo, haciendo uso abundante de textos explicativos que nos informan de las condiciones imperantes en la ciudad: número de víctimas, escasez de alimentos, abundancia de enfermedades y destrucción de edificios. Además no ahorra críticas al propio gobierno británico, que carece de infraestructuras para enfrentar una situación semejante. El frágil orden es mantenido por un puñado de soldados que reparten los escasos alimentos almacenados, pero el caos y la anarquía asoman amenazantes en el horizonte.
Al final incluso podemos echar un vistazo a la vida de los pocos supervivientes y sus hijos una década después de los ataques. Se trata de una sociedad desoladora, en la que casi ha desaparecido la agricultura, casi todos los adultos están enfermos y los niños son seres semisalvajes que apenas conocen algunos términos básicos de comunicación. La cultura humana y el medio ambiente en el que siempre ha vivido han quedado arrasados. El futuro de la especie es incierto... Podemos estar agradecidos de que la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética nos ahorrara un panorama semejante, aunque estuviéramos a punto de experimentarlo en un par de ocasiones.