Una figura destacada del panorama musical parisino es Thuel Burnham, pianista y profesor. El señor Burnham es americano pero desde hace ya muchos años ha establecido su residencia en París. Ha estudiado con los grandes maestros del instrumento tanto en Europa como en Estados Unidos. Además, es un gran esteta de la música que ha resuelto dificultades pianísticas por sí mismo, combinando lo que considera que es lo mejor de otros métodos con lo descubierto a partir de su experiencia. Ha sido capaz de simplificar la organización integral de la técnica del piano para no perder el tiempo con un trabajo poco productivo.
Como pianista, el señor Burnham tiene una elevada cualificación. Las dificultades técnicas no existen para él. Ha llegado al final del camino antes de alcanzar el altísimo dominio espiritual. Su toque es diáfano, claro y capaz de realizar muchas gradaciones de sonido. Su fortissimo es muy poderoso. La exquisitez, la velocidad y la variedad son algunas de sus características. Con todo esto, tiene una gran comprensión de la emoción y del significado que quiere transmitir el compositor. Recientemente ha ofrecido varios recitales de carácter semiprivado en los que ha interpretado algunas de las grandes obras del repertorio. Estos conciertos han tenido lugar en su encantador estudio y mi buena fortuna hizo que pudiera estar presente cuando tocó el concierto de MacDowell en Re menor y el de Grieg en La menor. El señor Burnham es un ferviente admirador de la obra de este gran compositor americano y ha preparado un programa completo con la música de MacDowell, incluyendo la Sonata trágica, la Polonesa y muchas de sus piezas cortas.
Conversando con el señor Burnham sobre los métodos de enseñanza del piano, aportó muchos puntos de interés, explicando cómo había simplificado las dificultades técnicas al mínimo a través de la realización de unos ejercicios basados en unos fundamentos sencillos.
PROCEDIMIENTOS PARA TRABAJAR EL TOQUE
La posición de la mano varía según el carácter de la música, así como el sonido que se desea producir. Para resaltar una melodía buscamos un sonido pleno y exquisito, el peso del brazo cae relajado sobre la tecla y la presión del dedo se efectúa desde cerca de la tecla, acariciándola. Así se produce lo que denominamos como "mano melódica", con los dedos alargados. Si por el contrario queremos trabajar un pasaje rápido, con una articulación clara y brillante, la mano debe adoptar una posición arqueada, esto es, la que se utiliza para tocar normalmente, con los dedos redondeados y una buena articulación de los mismos. Así tenemos lo que se conoce como "mano técnica o de coloratura".
La mano melódica es pesada y está "muerta", por así decirlo. El toque se realiza con los dedos en posición plana. La punta del dedo toma contacto con la tecla y todo el brazo, la mano y los dedos están relajados con la mayor soltura posible. Se acarician las teclas como si las amáramos, como si fueran una parte de nosotros. Nos aferramos a ellas de forma suave y aterciopelada, y siempre con presión, presión y más presión.
(Este ejemplo recordará al lector una de las historias de Kitty Cheatham, en concreto la de la niña que estaba acariciando a una gatita. Le preguntaron a quién amaba más, si a la gatita o a su madre. "Por supuesto que la quiero a ella mucho más", fue la dubitativa respuesta. "Pero también quiero a la gatita porque además tiene pelaje.")
Para adquirir el toque melódico, lo enseño con los ejercicios más sencillos, algunas veces trabajando solamente con un único sonido. Cuando la idea se ha comprendido, el alumno estudia alguna pieza lírica como pueden ser las Canciones sin palabras de Mendelssohn.
Hay tres tipos de toque melódico: En primer lugar, el "toque hacia abajo", que se hace descendiendo la mano y el brazo; en segundo lugar, el "toque hacia arriba", que se consigue elevando la muñeca mientras el dedo descansa sobre la tecla; en tercer lugar, el "toque de barrido" en el que el dedo sale de la tecla con un movimiento del brazo y de la mano.
La mano técnica utiliza el toque y acción de los dedos. La mano se coloca en posición militar, por así decirlo. Los movimientos de los dedos son rápidos, despiertos y precisos. La mano está "viva", no "muerta" y pesada como en el toque melódico. Las dos formas de tocar son bastante opuestas por naturaleza pero se pueden modificar y combinar de infinitas maneras.
Para el "toque técnico o de coloratura" la mano se coloca en posición arqueada, los cinco dedos redondeados y curvados, y las puntas apoyadas sobre las teclas. Cuando se levanta un dedo, asume de forma natural una posición más redondeada hasta que desciende al mismo punto de la tecla del que partió, como si hubiera cinco pequeños puntos imaginarios de color negro en las teclas, mostrando exactamente en qué lugar deben descansar las puntas de los dedos. Los dedos se levantan limpiamente, de manera uniforme, y caen sobre las teclas sin golpearlas. Hay una gran diferencia entre el "toque de coloratura" y el "toque melódico". El primero sirve para trabajar pasajes rápidos, brillantes e iridiscentes pero fríos. Se hace, como ya he dicho, arqueando la mano y articulando los dedos. El "toque melódico" expresa calor y sentimiento, y sale desde el corazón. Entonces, tenemos los movimientos de subida y bajada del brazo para los acordes y el "toque de coloratura" para el trabajo de las escalas y los arpegios. Generalmente, espero que los alumnos que van a acceder a mi clase hagan un pequeño curso introductorio con mi asistente, la profesora Madeleine Prosser, que trabaja conmigo desde hace muchos años y es muy rigurosa al seguir este planteamiento.
ASIMILACIÓN DE LOS PRINCIPIOS
Muchos alumnos llegan a mi clase sin tener unas ideas definidas sobre el toque y qué pueden expresar a través del mismo. Piensan que si "sienten" un pasaje suficientemente, utilizarán el toque correcto al interpretarlo. Algunas veces pueden dar con el efecto que buscan pero no saben cómo han llegado hasta ahí y si lo podrán repetir en otro momento. Tengo la convicción de que los principios que rigen algunos tipos de toque se pueden aprender y asimilar perfectamente, de manera que cuando el intérprete ve un pasaje concreto, sabe inmediatamente el toque que necesita para expresarlo. Un buen actor ejemplifica a la perfección lo que quiero decir: sabe cómo utilizar sus rasgos faciales y su cuerpo para expresar las ideas del texto. Cuando asistimos al Teatro Francés en París, somos conscientes de que todos los miembros de la compañía están totalmente formados en su arte. Cada actor ha estudiado la expresión hasta tal punto que es capaz de extraer del texto la emoción correspondiente. Así, el pianista debería poseer diversos toques, que realizaría fácilmente y con naturalidad si tiene la preparación previa a la que me refiero.
A menudo me preguntan por el tema de la memorización. Algunos estudiantes piensan que si tocan la pieza un número determinado de veces, se la aprenderán de memoria. Es entonces cuando empiezan los problemas porque no son capaces de recordar en todo momento las notas. Los pianistas deben conocer y recitar cada nota de la obra sin estar sentados al piano. Tengo alumnos que hacen esto y pueden tocar ante mí sin haberlo practicado antes en el piano. Pido que la obra esté completamente memorizada, de manera que si corrijo un compás o una frase, los estudiantes pueden seguir desde ese mismo punto, sin tener que volver a un pasaje anterior o al principio de la composición. Sin embargo, algunas veces, si el alumno tiene su propio método para aprender de memoria, y es adecuado, no me gusta modificarlo.
Para trabajar las octavas haz con tu mano el "gesto de la octava", que consiste en poner la mano arqueada y los dedos que no se utilizan ligeramente curvados. En el toque staccato la muñeca tiene que estar floja. Comienza con un ritmo de semicorcheas y termina con el "toque de barrido." Trabaja cada vez más ritmos con notas del mismo valor, siempre finalizando el pasaje con el mismo tipo de toque que ya he mencionado. Este ejercicio se puede realizar en toda la extensión del teclado, en todas las tonalidades y también cromáticamente. Se pueden tocar de la misma manera acordes a cuatro voces en lugar de las octavas. Cuando estos ejercicios se pueden prolongar durante veinte minutos seguidos, los pasajes de octavas que aparecen en las obras no asustarán a los pianistas. Para las octavas de la Polonesa Op. 53 de Chopin se podría simplemente aprender de memoria las notas sin necesidad de tener que tocarlas en el teclado. No se necesita una práctica exhaustiva para dominar este pasaje.
MANTENER EL REPERTORIO
Para mantener en dedos el repertorio, el pianista debería organizarse para tocar una vez a la semana esas piezas que hay que revisar. Es recomendable agrupar el repertorio en secciones y programas. Puede estar bien comenzar la semana con Chopin y tocar la lista completa. Después de haber identificado los puntos que dan problemas, se practican. El martes trabajamos Schumann siguiendo los mismos pasos que el día anterior. Luego viene Liszt, la música rusa, los compositores modernos, los conciertos y la música de cámara. De esta forma tan sistemática el repertorio siempre se mantendrá actualizado.
DETALLES SOBRE LA PRÁCTICA
Las mañanas las dedico a ensayar y las tardes a dar clase. De las horas de práctica, al menos una de ellas está destinada a trabajar la técnica, escalas, arpegios, octavas, acordes, ¡y Bach! Me gusta escoger alguna obra de Bach, por ejemplo una invención a dos voces, y perfeccionarla, tocándola de varias maneras, transportándola en todas las tonalidades y puliéndola al máximo. La invención en Si bemol es muy útil para trabajarla así. Del mismo modo con los estudios. En lugar de tocar tantos, ¿no sería mejor trabajar unos pocos y llevarlos al máximo nivel de perfección?
Soy muy susceptible al color, en cualquier parte, en todo, especialmente en la pintura. La música debería expresar color. Parece que algunas composiciones encarnan ciertos colores. El rojo es, desde luego, el motivo de la gran Polonesa Op. 53 de Chopin.
El señor Burnham esperaba tener éxito en su visita a su tierra natal. Su toque y sonido finos, su estilo sincero y su personalidad optimista y afable harán que tenga seguidores en cualquier parte del mundo.
Brower, H. (1915). Piano Mastery. Talks with master pianists and teachers. New York: Frederick A. Stokes Company.
Traducción: Francisco José Balsera Gómez