La Princesa Luisa María, casada con el Príncipe Fernando de Saxe-Coburgo-Gotha, protagonizó un matrimonio desgraciado, dandose a una vida de lujos para escapar del autoritarismo de su esposo.
En 1897 escandalizó a la corte por abandonar a su marido, del que acabaría divorciandose ocho años después.
La Princesa Luisa arruinada, y habiendose involucrado en un escándalo de falsificación protagonizado por su amante, se vería obligada a vender las joyas que heredó de su madre, la Archiduquesa María Enriqueta de Austria.
La Príncesa Luisa María de Bélgica con los zafiros
En 1963 la gargantilla de zafiros de la Princesa Luisa María de Bélgica volvería a aparecer públicamente, cuando la Reina Isabel II la compra.
Reina Isabel II de Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte
La Reina haría que la gargantilla fuese montada como tiara, practicamente sin transformación alguna.
La Reina con la tiara y el juego de zafiros
La tiara fue el complemento perfecto para la gargantilla y los pendientes de zafiros que en 1947 le regalara su padre, el Rey Jorge VI.
La gargantilla, hecha en 1850, constaba de 18 zafiros rectangulares rodeados de diamantes. Aunque en 1952, para reducir su longitud, la Reina Isabel ordena que se le retiren cuatro zafiros (incluido el de mayor tamaño).
Con el zafiro de mayor tamaño, siete años después, se confecciona un colgante que suele añadir a la gargantilla, aunque también puede ser usado como broche.