No sé cuánto tiempo habré perdido leyendo artículos sobre la pérdida de tiempo. Somos un flash. Con esta breve luz hacemos la lista de los deseos. Venimos y nos vamos en un suspiro, nacemos ya expirando pero aprendiendo a quererlo todo. El tiempo me confunde. A veces me angustio y me entran ganas de salir corriendo de casa y emprender (suena bien esta palabra cuando se habla de tiempo) un viacrucis por oficinas de objetos perdidos a ver si entre todas pueden dar con el paradero de mi tiempo extraviado. Pero tengo miedo a no saber qué hacer con él una vez recuperado.
Cambiamos a un sofá cómodo, asesorados por el cuerpo maltratado en otros que parecían tan confortables y descubrimos que en realidad es una fábrica de desidia, ahí no hacemos nada y nos acusan de conspirar todo desde ahí, dicen los que saben de tiempos. Convierten nuestro sofá es nido de remordimientos, incompatible con los buenos sentimientos. ¡Movilízate! ¿No ves que hay millones de humanos en continuo movimiento cuyos culos “se acomodan” en innumerables pateras para llegar a la muerte o a un destino en el que son ignorados? Pobres, ¡Cuánto tiempo han perdido! Mucho más que el que le dedicamos desde el mundo civilizado. Lucha por las injusticias hasta que saquen una ley mordaza, ¡qué dos formas tan distintas de utilizar el tiempo! ¿Cuál de las partes está equivocada? Dedica tiempo a intentar que rectifique la errada. No sé si dar por perdido el tardado en comprender que hay quienes lo emplean en matar y destruir sin descanso (gente de bien que da consejos sobre cómo aprovecharlo).
O quien se enriquece en la Bolsa en un segundo que arruina millones de vidas para siempre. ¡Qué bien han empleado su tiempo!, dirán los que saben de tiempos. Hay quien dedica años en acabar una carrera que conduce directa al paro, lugar frecuentado por el tiempo. Enhorabuena, el tiempo es oro, querido afortunado. Quienes no tienen más horizonte que el amor y ponen rumbo a pieles en las que navegar en sudor, sin descanso, impulsados por alientos cálidos. Quienes también buscan pieles sin pizca de amor en el encuentro. Tiempos buenos y malos. Hay quien se empacha de futbol. ¿Tiempo bien invertido si acaba ganando el equipo de sus colores? Habrá que consultar a los que saben de tiempos. Lo mismo digo de a quienes llena el discurso de la Esteban, princesa del pueblo liso y llano harto de discursos de reyes chabacanos. Hay a quien se le escapa la vida trabajando, sin tiempo para vivir o sacudir la miseria porque no alcanza el dinero ganado.
Hay gente que acaba todos los maratones a los que se apunta y no sabe cuál es la meta de su maratón más importante. Muchos cambiarían media vida pero no se arrepienten de haberla vivido porque la han vivido para saberlo. Los que saben de tiempos aconsejan perseguir los sueños. El mejor tiempo es, por tanto, el que se pasa soñando. Hay gente experta en nuestro tiempo, aunque no lo sean en los suyos ni coincidan los deseos. No se mide por las cosas que hagas o dejes de hacer sino por lo que hayas sentido en lo hecho o abandonado. Pon los sueños en lista de espera sin importar si alguno se salta el turno. Sal, muévete, haz cosas sabiendo que al tiempo no lo engañamos. A nosotros, sí. Mucho hablamos de perder el tiempo ¿Se puede ganar? El tiempo perdido en intentarlo ya es tiempo pasado, no recuperado. Hubo un dios que multiplicó los panes y los peces, ninguno que haya multiplicado los minutos ¿o sí?, es que no he perdido el tiempo con la religión, solo el que me han obligado a perder.
“Consejos vendo y para mí no tengo”. Del tiempo se puede hablar una eternidad, pero solo lo puede hacer él.