Estos días en casa nos reconcilian y nos enfrentan constantemente con el tiempo. A veces nos sobra y no sabemos qué hacer con él: cursos online, cocina creativa, series y películas… Y luego nos acordamos de los que ya no lo tienen y nos sentimos egoístas y agradecidos de tener tantas horas por delante. Así día tras día.
Estamos aprendiendo a marchas forzadas que el tiempo, como muchos otros conceptos que nos rodean y nos agobian, es relativo. A veces dejamos pasar mucho tiempo sin llamar a un amigo o a alguien de la familia porque no encontramos el momento; otras luchamos contra él para poder hacer todo lo que nos hemos puesto en la lista diaria de tareas, sin diferenciar muy bien lo imprescindible de lo que hemos decidido prioritario sin realmente serlo; y muchas veces lo perdemos sin mas, frente a una pantalla, en soledad, sintiéndonos afortunados por tener al alcance de la mano la posibilidad de que mañana mismo llegue un paquete de Amazon o conocer el estado sentimental de alguien que ni siquiera es ya amigo nuestro.
Ahora es buen momento para volver a definir nuestro tiempo. Quitarle el polvo a nuestro reloj, sin olvidarnos de quién nos lo regaló, y luchar desde casa, desde la trinchera del hospital si eres cuidador o tienes que ser cuidado, desde la soledad impuesta o el confinamiento compartido, desde donde sea luchar porque vuelva a sonar con su tic-tac acompasado y lleno de vida.