Hay gente que no encuentra tiempo para hacer cosas que, supuestamente, le gustaría hacer, ya sea leer libros, salir a pasear, ver series en Netflix o ir al cine. Y cuando les digo que yo sí las hago, ellos responden: "pero, ¿de dónde sacas tiempo para esas cosas?" Pues el tiempo lo saco de donde lo sacan todos, de las veinticuatro horas que tiene el día; generalmente solo se trata de jerarquizar. Obviamente, no todo el mundo tiene las mismas responsabilidades, pero las responsabilidades, en general, son elegibles y, en muchos casos, se pueden delegar. Yo, ahora mismo, tengo tiempo porque estoy desempleado y tampoco tengo hijos, así que tengo mucho tiempo para hacer otras cosas.
Seguramente, al leer que no tengo trabajo ni hijos, muchos de los que están leyendo esto habrán pensado automáticamente en que así, sin responsabilidades (sic), cualquiera puede pasarse todas las tardes pegado a Netflix. Estoy acostumbrado a que la gente piense eso, lamentablemente. Porque la verdad es que no tengo trabajo pero llevo casi dos años preparándome unas oposiciones, para las que dedico una media de 35 horas semanales de estudio. No tengo hijos, pero tengo tres hermosos gatos a los que hay que dar de comer como mínimo tres veces al día, revisar sus bebederos, limpiar sus areneros, jugar con ellos y hacerles caso de vez en cuando, andar pendiente de que alguno no se quede encerrado en un armario tras abrirlo durante dos segundos para coger algo y llevarlos al veterinario varias veces al año. También cocino yo en casa, casi todos los días, lo que incluye preparar la lista de la compra e ir al súper. Y aún así leo al menos media hora cada día, veo series y películas en servicios de streaming e incluso dedico una o dos tardes a la semana a jugar juegos de mesa con mi chica.
No estoy comparando la responsabilidad de tener unos gatos con la de tener hijos, ni estoy comparando el estudiar en casa con currar en un trabajo que, seguramente, sea mucho más estresante que el estudio; pero sí que quiero señalar cómo muchas personas tienden a subestimar o incluso despreciar el tiempo que otras personas deciden usar para hacer cosas que ellas han decidido que no son tan importantes como las propias: Si no tienes hijos, estás perdiendo el tiempo; si prefieres no trabajar explotado más de 40 horas semanales a cambio de una miseria y decides buscar algo mejor aunque eso implique estar "parado", estás perdiendo el tiempo; si prefieres quedarte un par de horas en el sofá leyendo una novela en lugar de hacer algo "productivo", estás perdiendo el tiempo. Si te gustan los juegos de mesa con 43 años... estás perdiendo el tiempo, obviamente. Esa gente que te dice que no sabe de dónde sacas el tiempo para hacer todas esas actividades inútiles e improductivas parece que solo tiene tiempo para quejarse de que no tiene tiempo. Suele ser esa misma gente que, en el trabajo, quiere tener siempre prioridad sobre los compañeros que no son padres o que son solteros, a la hora de escoger vacaciones o de tener días libres porque, claro, ellos tienen hijos y tienen que conciliar, y pareciera que los demás vivimos solos en nuestra cueva sin ninguna responsabilidad más que tocarnos los h****s y que eso de la conciliación es algo que te llega con los hijos, como el pan debajo del brazo. Si no tienes hijos, lo más probable es que tampoco tengas padres, mascotas, amigos o simplemente una vida que valga la pena vivir y que merezca ser conciliada con tu tiempo de trabajo.
Pero tengo que ser honesto; yo también pienso a veces, de quienes que se pasan 12 o 14 horas al día trabajando, de quienes no ven a sus hijos más que cuando se acuestan y los fines de semana (con suerte), de los que, por ser padres, ya no pueden irse a donde quieran cuando quieran, que a lo mejor están perdiendo el tiempo. Lo curioso es que nunca les he preguntado: ¿de dónde sacas el tiempo para trabajar tantas horas? Como decía José Luis Sampedro: "El tiempo no es oro, el oro no vale nada. El tiempo es vida", y cada uno la gasta (la vida) como quiere.