los extremos han sido creados para determinar los márgenes sobre los que nos movemos. La tristeza y la felicidad trazan un camino digno de ser vivido, la pobreza y la riqueza nos ayudan a valorar lo que tenemos, el sol y la luna nos ofrecen cada día, el aburrimiento y la diversión nos ayudan a encontrar nuestra vocación, ¿y qué pasa con nuestras ideas?, ¿somos capaces de reconocer las buenas de las malas?. En el mundo de la creatividad, los límites del camino están fijados por la autocrítica y la autoestima positiva. Entre ambos extremos se mueve nuestra genialidad como creadores.
Nietzsche, en su libro de 1878, Human, All Too Human, ya hablaba del interés de los artistas por eso que ellos llaman la inspiración, y también analizaba como la creatividad de los mismos no sólo generaba cosas brillantes, también daba lugar a productos mediocres e incluso nefastos. Pero lo que hace diferente a los artistas de los que no lo son, es su competencia infatigable para criticar su propia obra, para valorar con objetividad entre todas sus creaciones y diferenciar lo bueno de lo malo. Esa predisposición a la autocrítica es la que los capacita para que siempre nos regalen cosas maravillosas, esas obras de arte que expresan lo mejor de su talento creativo, pero ojo, no nos olvidemos que detrás hay cosas no tan buenas, mediocridad que permite hacer más visible la inspiración.
Simone Ritter, de la Radbound University en Holanda, realizó un experimento muy clarificador en este ámbito. Seleccionó a 112 estudiantes y les dio 2 minutos para que propusiesen ideas sobre cómo mejorar la percepción de los clientes de los supermercados a la hora de hacer cola en las cajas. Se dividió a los sujetos en dos grupos, a uno de ellos se les envió directamente a trabajar en la generación de ideas. Al segundo grupo se les llevó a otra sala donde tenían que jugar con un videojuego con el único objetivo de retrasar el momento de comenzar a trabajar con el resto de sus compañeros. Lo que los experimentadores pretendían era que, en este tiempo de retraso, el subconsciente de los estudiantes del segundo grupo también participase en el proceso creativo.
Cuando se observaron las aportaciones de ambos grupos, los resultados eran muy similares, sin que fuese posible trazar diferencia alguna entre ellos. El tiempo de retraso del segundo grupo no había servido para concluir nada acerca de la relación entre subconsciente y su aportación al proceso creativo. Sin embargo, la verdadera diferencia surgió en los resultados aportados por cada uno de los grupos a la hora de valorar la calidad de su propio trabajo. El grupo en el que se había forzado el retraso en el comienzo del trabajo, los participantes fueron capaces de diferenciar lo brillante de lo que no lo era en un 55% de los casos. Por contra, en el grupo que había sido puesto a trabajar inmediatamente, esto sólo sucedía en un 20% de las ocasiones.
La conclusión de dicho estudio demuestra que dejar que nuestro subconsciente tenga tiempo para llevar a cabo un proceso de re-evaluación de las ideas es positivo, ya que nos permite afinar más en el resultado a la hora de diferenciar las buenas ideas de las malas. Para conseguir esto, tenemos que ser conscientes de que si dejamos que el producto de nuestro trabajo creativo repose, el subconsciente podrá realizar una serie de procesos paralelos, e invisibles para nosotros, a través de los cuales nos dotará de mayores recursos cognitivos a la hora de evaluar lo que hemos hecho.
Hemos hablado otras veces en el blog de procrastinar, de esa obra de nuestra irracionalidad que descubre la peor cara de nuestro lado vago, de ese que nos empuja con todas sus fuerzas a retrasar la tarea para darse el gustazo de hacer otras cosas que no son en absoluto importantes. A la vista de los resultados de este estudio, comienzo a tener dudas de que procrastinar no sea positivo. ¿No podría ser que procrastinar sea una capacidad que nosotros mismos hemos ido creando como especie para mejorar nuestras aptitudes creadoras, esas que nos han permitido evolucionar?. La verdad es que a mi siempre me funciona bien eso de darle tiempo a mis ideas, por eso que me voy al sofá ahora mismo a no hacer nada.