Señor tiempo, te escribo estas líneas para decirte que tenias razón, me rindo ante ti, pues solo tú eres juez y verdugo del devenir de nuestras vidas. Has estado siempre ahí, me has visto crecer, tropezar, caer y levantarme, unas veces te he esperado con ansiedad, otras he intentado esconderme para que no me encontraras y en algunas me has atropellado.
Sabia de tu poder ya que gente más mayor y sabia me habían contado historias y advertido sobre ti. Como joven que era hice caso omiso, ya que me creía más listo que tu, aun no te conocía pues.
A medida que crecí, empecé a conocerte cada día un poco más. Aun así, tenía un plan para que no vinieras a por mí en la hora que tú decidieras.
Hoy se tu valor, eres mucho más que cualquier dinero y no te guardo rencor a pesar de todo…
Estas palabras últimamente me persiguen cuando veo mi rostro en el espejo, ese joven ignorante desapareció para siempre quedando solo un hombre ignorante, intentando asimilar el rastro de sus pasos hacia el camino que le ha llevado hasta el presente.
Ahora más que nunca analizo el valor del tiempo y creo necesario hacer una reflexión sobre cómo invertir el bien más preciado que poseemos y no podemos controlar.
Las horas, los días, las semanas, los meses, los años van pasando rápidamente y no nos damos cuenta, hasta que empiezan a plantearse las preguntas típicas a unas edades. He estado invirtiéndolo bien? La verdad es que en mi caso no, ha pasado muy rápido y lo único que hecho es trabajar sin parar. Y todo esto para qué?