Recuerdo muy bien aquel artículo que leí hace más de veinte años. Incluso, que entonces lo recorté y lo metí entre las páginas de un libro para conservarlo. Se publicó en junio de 1994 en el diario ‘El País’. Lo firmaba Manuel Vicent y lo tituló Los girasoles.
El escritor valenciano hacía referencia a ciertas migraciones “de intelectuales, cómicos, poetas, técnicos, asesores, decoradores, escritores, interioristas, sociólogos, periodistas, maquilladores, diseñadores y otras aves que buscan siempre las zonas templadas de cualquier sur, allí donde esté”. Los socialistas de Felipe González, en declive, se aprestaban a dejar el poder y los populares de José María Aznar, a ocuparlo. Ello ocurriría apenas un par de años después de que viera la luz esa columna. Aventuraba Vicent que, dentro de poco, al Partido Popular le sobrarían “conversos, logreros y advenedizos de renombre: con ellos podrá formar una masa cerebral”. Siempre pasa esto en época de migraciones. Como ahora, con nuevas siglas en el candelero, algunas de ellas con verdaderas y más que fundadas expectativas a la izquierda y la derecha del arco político español. Y con muchas aves aterrizando en otras latitudes, buscando el sustento de cara a los tiempos que se avecinan.
Como dejó dicho entonces Manuel Vicent, y el párrafo sería de oportuna aplicación para lo que se nos viene encima, “en medio de este aluvión de intelectuales, técnicos, asesores y artistas que van a invadir el territorio de la derecha, sólo hay que esperar que el Partido Popular tenga más tino o suerte a la hora de elegir que el que tuvo el Partido Socialista cuando en 1982 se produjo la migración contraria hacia su abrevadero. Entre aquellas aves de entonces volaba Roldán”. Y concluía, tan profético como clarividente: “Volaban todos los que ven el Boletín Oficial del Estado como una mina de El Dorado”. Tal y como podría pasar ahora; de eso, no me cabe la más mínima de las dudas.