Todos tenemos una habitación del desorden, ahí es a donde van a parar todas las cosas que no sabemos en dónde van, las cosas rotas que nos prometemos arreglar algún día, los papeles que no corresponden a ninguna categoría, las cosas que ya no usamos, las que no nos gustan más, las que nos gustan pero ya no nos quedan…
Todos tenemos una habitación del desorden dentro de nosotros mismos, ahí es a donde van a parar las lágrimas que no nos atrevimos a llorar, las palabras que no dijimos, los sueños rotos, las metas inconclusas, los sueños que tuvimos y no pudimos cumplir, las buenas intenciones que nunca concretamos en hechos, los proyectos pendientes… Probablemente pasaste más de una vez por esa habitación del desorden y no te animaste a más que a mirar de reojo. Pero ¿sabes qué? Es tiempo de ordenar. · Si alguna vez te sorprendiste preguntándote qué estás haciendo con tu vida· Si explotaste en una reacción que se escapó de tus manos y heriste a alguien · Si sientes que tienes un nudo en la garganta con todas las cosas que quisieras decir y no puedes, porque no sabes cómo· Si la persona que sos no se lleva bien con el niño que fuiste· Si lo que soñaste ser quedó olvidado al fondo de algún cajón· Si todo lo que podrías llegar a sentir queda reducido siempre a la ira, al enojo· Si gastas más energía en condenar lo que detestas que en promover lo que amas· Si tienes demasiadas cosas que decir de los demás· Si tu ojo está demasiado cómodo buscando los defectos de la vida, de la gente, de las elecciones ajenas… · Si te faltan ganas de despertar por las mañanas· Si sientes que tu vida está hecha de puras obligaciones y sacrificios· Si sientes que tus heridas del pasado no terminan de sanar… Si te pasa alguna de esas cosas, es tiempo de ordenar. Y entiendo que dudes, entiendo que sientas que no quieres hacerlo, que no tienes fuerzas. Entiendo incluso que te mientas que no necesitas ordenar, que tu desorden te sirve, que así vives bien. Lo entiendo, porque muchas veces entrar en esa habitación implica encontrarse con objetos, historias, personas, vivencias que creíamos haber olvidado, y recordar aquello que tanto nos costó olvidar.Pero así como en una habitación desordenada, llegará el momento en el que puedas encontrar un lugar para cada categoría, y luego cada cosa irá encontrando el propio con mucha más facilidad. Mientras te encuentres ordenando seguramente pasarán muchas personas y se quedarán mirando. Algunas te dirán que tu vida es un desastre… ¿Cómo no decirlo cuando tienen todo tu desorden ante sus ojos? Sin embargo no te espantes, probablemente esa persona tiene un desorden aun mayor (no te olvides que todos lo tenemos) y que ni siquiera lo sabe o no se atreve a empezar la tarea. Pasarán otros que te darán aliento o te acompañarán en silencio. Esos seguramente ya están en un proceso de ordenar su interior y comprenden lo que estás pasando. No voy a mentirte. El proceso no dura un día. Serán semanas, meses, quizás hasta años. Todo depende del compromiso con el que enfrentes el desafío y del tiempo que hayas pasado acumulando cosas en esa habitación del caos. Sin embargo un día todo estará en su lugar. Podrás ver claramente el suelo sobre el que apoyas tus pies, las emociones estarán bien ordenadas en un estante, los pensamientos en otro, y así todo: las metas cumplidas, los sueños que te impulsan, las metas que aún restan cumplir, los recursos con los que cuentas, las heridas que aún no sanan, aquéllas que ya sanaron, los disfraces que alguna vez usaste para hacer feliz a alguien más y que ya no te quedan… Si te preguntas cómo sabrás cuando el proceso haya terminado, es fácil: ese día te encontrarás con tu verdadero yo… y simplemente lo sabrás.