Revista Opinión
El divorcio entre la realidad y la política alcanza dimensiones que, en ocasiones, bien pueden considerarse kafkianas por absurdas. Ayer mismo, sin ir más lejos, mientras el dirigente de la izquierda abertzale, Rufi Etxeberria, afirmaba que habrá una “respuesta positiva” de ETA a la demanda de un alto el fuego unilateral, permanente y verificable, el Parlamento vasco, con los votos de PSOE y PP, aprobaba una Proposición no de Ley, apoyando los cambios legales emprendidos en Madrid para impedir que los herederos de Batasuna puedan estar presentes en las elecciones municipales y forales de 2011.
Imagino que Rufi Etxeberria sabrá de lo que está hablando y alguna información fidedigna tendrá al respecto, máxime cuando se anuncia un comunicado inminente de ETA, avalando las peticiones de cese definitivo de la violencia. No digo que PSOE y PP deban creer en estos movimientos a pies juntillas, pero negar la evidencia, ponerse una venda en lo ojos, y comportarse como si nada hubiera cambiado en la izquierda abertzale en el último año es más que un error de cálculo un acto de ceguera política.
El Parlamento vasco está cada día más alejado de la ciudadanía y esta brecha tiene su origen en el pacto PSOE-PP, que no convence ni tan siquiera a los socialistas más comprometidos. Creo sinceramente que hay quien tiene miedo a las consecuencias de un proceso de paz en Euskadi y lejos de impulsar el discurso de la izquierda abertzale, favorable, por fin, a las vías políticas y democráticas, prefieren poner piedras en el camino . No sé qué hay detrás de la operación policial de ayer contra SEGI, pero veo más una estrategia de márketing que otra cosa.
Si la huelga de controladores sirvió para tapar la eliminación de los 426 euros a las personas que han agotado todas sus prestaciones, ahora el objetivo pasa por neutralizar el impacto en nuestras vidas de la reforma del sistema de pensiones. PSOE, PP, CiU y PNV están de acuerdo en retrasar la edad de jubilación, del mismo modo que han estado de acuerdo en imponer la reforma laboral, reducir el gasto social o rebajar los salarios en la Administración Pública. La culpa es de quienes les han dado su confianza. En mayo de 2011, tenemos una oportunidad para rectificar. Es la hora de mirar a Izquierda Unida.