Otro flechazo. Así nació mi interés por esta novela. Su título y su portada rápidamente llamaron mi atención a pesar de que ni conocía el nombre de la autora ni la posterior lectura de la sinopsis me dijo nada realmente especial, lo cierto es que no suelen interesarme de forma particular las novelas que tienen como tema principal las relaciones de pareja, fallidas o no. Y a pesar de ello hice caso de mi corazonada, sabedora de que en pocas ocasiones me fallan, y sí, en esta ocasión también acerté. Hoy os hablo de Tiempo muerto.
Sinopsis
«Empieza como un síntoma de desinterés, algo minúsculo que después se naturaliza y ambos dejan de preguntarse cómo es que siguen ahí, adobando la abulia frente al otro, asintiendo a lo que dice como un trámite...»
El matrimonio de Lucía y Pablo es un espejo de la sutil forma que puede llegar a cobrar la violencia cuando llega el fin del amor. Esta es la historia descarnada de ese tiempo muerto, de ese amplio y doloroso espacio que se abre, muchas veces de manera inexplicable, entre dos seres que se aman.
Mi opinión
Tiempo muerto nos narra la historia de Lucía y Pablo, un matrimonio, padres de dos hijos, que con el transcurrir de los años se ha ido distanciando hasta llegar a un punto en el que nada es lo que era y ni siquiera parece que queden fuerzas por recuperar lo que fue. Colombianos ambos, hace años que emigraron a Estados Unidos, lugar donde residen y donde transcurre la mayor parte de la novela a excepción de algunos flashbacks que nos llevarán hasta el pasado.
Lo primero que me llamó la atención nada más iniciar la lectura es el estilo tan aséptico con el que la autora consigue meter al lector en la historia. Margarita García Robayo utiliza un narrador omnisciente que no sigue una línea cronológica, de forma que en un mismo capítulo se mezclan tanto distintos espacios como épocas, por lo que se precisa de una lectura atenta para no perderse en una estructura que, unida a esa distancia que toma el narrador con respecto al lector, no pone las cosas fáciles en una novela en la que lo realmente importante es el análisis detallado de la vida de una pareja.
Con una prosa sutil y concisa, desprovista de artificios, la autora desnuda a sus personajes para exponerlos a la vista del lector. A través de un perfil detallado y preciso los protagonistas se nos revelan como eternos buscadores de algo, aunque ni ellos mismos tengan claro el qué, quizá de un lugar en el que encajar mientras parecen navegar en un limbo que ellos mismos han creado. A lo largo de la novela se nos ofrece tanto la perspectiva de Lucía como la de Pablo y con ambos la autora realiza un minucioso trazado psicológico en el que ambos se nos presentan con sus aciertos y con sus equivocaciones de forma que no toma partido por uno de los dos, ni acusa ni intenta responder a ninguno de los temas expuestos, sino que ofrece toda la información, sesgada por las emociones y vivencias de cada protagonista, para que sea el lector quien juzgue y llegue a alguna resolución, si es que la hay en el siempre complicado tema de las relaciones de pareja en particular y las relaciones personales en general.
Tras terminar con la lectura Tiempo muerto se me antoja como el título perfecto para esta historia de vacíos que, sin anunciarse, llegan un día a la vida en pareja. Vacíos que llegan para quedarse y para llenar lo que antes fuera una vida en común y que ahora es tan solo el tiempo vacío entre dos personas que se amaron y que ahora no se reconocen en ese amor.
«Lo verdaderamente raro es mirar al otro y preguntarse quién es, qué hace ahí, en qué momento le cambiaron tanto los rasgos de la cara. El desconocimiento es el saldo del tiempo acumulado, nadie puede decir con exactitud cuándo se planta la semilla. Empieza como un síntoma de desinterés, algo minúsculo que después se naturaliza y ambos dejan de preguntarse cómo es que siguen ahí, adobando la abulia frente al otro asintiendo a lo que dice como un trámite: excediendo el período en el que aquello que decía parecía interesante. O digno de ser escuchado»
Otro tema importante en la lectura, y según he leído recurrente en las novelas de la autora, es la vida de los latinoamericanos emigrados en busca de un futuro mejor o simplemente huyendo de un presente y un futuro que no les ofrece lo anhelado y a través de este tema explora con sutileza los conflictos de clase, la xenofobia y la pérdida de identidad nacional.El paso del tiempo, que arrasa con todo. Lo que fue y ya ha dejado de ser. Un tú y yo que se convirtió en nosotros y que ahora es él y es ella a pesar de compartir un nuestros. La historia de amor que ya no existe. Ese tiempo muerto, ese tiempo vacío que el amor ya no puede llenar. Todo eso es Tiempo muerto, una novela tan breve como precisa y minuciosa. Una lectura probablemente no apta para todo tipo de lector, no desde luego para aquel que busque acción, tensión… pero que sin duda disfrutarán los que gocen con la lectura de una historia intimista y reflexiva sobre las relaciones de pareja, la condición humana y la identidad