Tiempo para escribir, eso es lo que demanda la mayoría de los aspirantes a escritor. Y es un requerimiento lógico: madrugas, te duchas, sales de casa y te comes un atasco, llegas a la oficina, trabajas como un loco durante toda la jornada. De vuelta a casa, pasas por el colegio a recoger a los niños, les pones la merienda, limpias la casa, haces la compra…
Cuándo hacer los deberes y cuándo no
En la vida de una persona que desea ser escritor y su día a día es algo parecido a lo expresado en el inicio de la entrada, no siempre es factible la posibilidad de poder dedicar unos minutos a la escritura cada día. Y cuando no lo es, no lo es, y no hay que darle más vueltas.
No te sientas culpable
Aquellos momentos del año en que, por una razón u otra, la vida viene demasiado cargada, hay que pararse y respirar. Si hoy no se puede escribir por una causa justificada, no se escribe y, sobre todo, uno no se siente culpable por ello. La vida es ya bastante dura de por sí como para fustigarnos por razones que no está en nuestra mano controlar. Así que, sí, sé indulgente contigo mismo.
Pero no conviertas indulgencia en complacencia
La razón para no escribir un día tiene que ser importante y el único que puede decidir su grado de importancia eres tú. De modo que dependes de ti mismo en este aspecto. Sé objetivo y frío a la hora de decidir si el no escribir un día se debe a una causa justificada o no. En este sentido necesitas ser incorruptible porque, si no lo eres, las excusas comenzarán a llegar y cada vez abrirás más la mano, hasta que cualquier nimiedad te parezca una justificación suficiente para no ponerte ante el papel en blanco.
Mientras escribo estas letras, el reloj del ordenador marca las 05:40 de la mañana. Me he levantado con bastante tiempo de antelación a lo que debería para poder escribir esta entrada. No soy una heroína por ello, simplemente estoy empeñada en hacer este sueño realidad. No obstante, si mañana me encuentro mal o he tenido un día cargadísimo de trabajo y estoy muuyyy cansada, no madrugaré tanto y no me sentiré culpable por ello. El cuerpo necesita reponerse si queremos que responda a nuestras necesidades. Ahora bien, si mañana no madrugo por pereza, entonces sí habré de hacerme un reproche en cuanto me levante y me mire al espejo.
¿Vemos la diferencia?
Encuentra tiempo para escribir
Una vez asumido que no siempre se puede cumplir con el horario propuesto y establecidas las razones que justifican cuándo puede uno saltarse los deberes y cuándo no, lo importante es establecer una rutina de escritura. Y eso se consigue habiendo realizado previamente un trabajo de autoconvencimiento: el de hacer de la escritura una prioridad.
Si de verdad quieres convertirte en escritor, tendrás que persuadirte a ti mismo de ello y poner los medios para lograrlo.
Establece una rutina
Uno de esos medios es el de marcar un tiempo, dentro de tu horario, que esté destinado a la escritura. Una práctica que debe ser regular hasta que acabe por convertirse en una costumbre.
Señala ese momento del día que vas a dedicar a la escritura y considérala una tarea inaplazable (salvo por causas muy justificadas). Respétalo y haz que lo respeten en tu hogar. Hazlo con tacto, eso sí.
Una vez que has fijado ese momento, debes esforzarte por hacer comprender a los demás que no hay espacio en él para nada que no sea la escritura. Tendrás que aprender a decir no. Ciertamente, la escritura no debe convertirse en lo más importante de tu existencia, pero sí en una labor sagrada, salvo cuando concurran circunstancias más urgentes que justifiquen su incumplimiento.
Por supuesto, hay que saber adaptarse a las eventualidades que se presentan de forma inesperada en la vida de todos nosotros. De hecho, ese horario que has señalado para escribir cambiará con el tiempo. No te preocupes. Es normal. Simplemente tienes que adaptarte a las nuevas circunstancias y encontrar, dentro de ellas, un hueco para la escritura.
Los tipos de horario de un escritor
En Escribir Ficción, del Gotham Writers Workshop, nos hablan de los dos tipos de horario narrativo a los que debe atender un escritor. Es lo que ellos llaman horario duro y horario blando.
Horario duro
El primero se refiere al tiempo que pasa el escritor delante de la pantalla, tecleando palabras. Si quieres ser un buen escritor, como ya se decía en la primera entrada de esta serie, necesitarás mucho horario duro porque es en ese tiempo cuando realmente se ponen las palabras sobre el papel.
Horario blando
El horario blando comprende las horas que pasas meditando sobre tu trabajo, actividad que la mayoría de las veces puedes realizar en cualquier momento y lugar. En este horario blando también se incluye el trabajo de investigación que debes realizar para lograr que tu narración sea creíble.
Ambos son imprescindibles. Sin embargo, debemos tener mucho cuidado con el horario blando, pues puede convertirse en una amenaza para el duro que acabe por detenerlo y, por tanto, paralizar nuestra historia e incluso llegar a conseguir que no la acabemos. Pero de ello hablaremos en una próxima anotación: La trampa de la investigación.
Mientras tanto, me permito recomendar un par de artículos muy interesantes de Ana González Duque: ¿Cómo escribir una novela con un trabajo y dos niños? y ¿Cómo aprovechar el tiempo para que te dé tiempo a todo?
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Gracias.Créditos:
The Marshall Plan Workbook, Evan Marshall.
Escribir ficción, del Gotham Writers Workshop.
Fotografía: Niklas Rhöse, StockSnap.io.
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