Revista Economía

Tiempos aciagos.

Publicado el 09 abril 2020 por Jordi Mulé @jordimule

Vivimos tiempos complicados, a la estresante situación de confinamiento de la población por el riesgo de contagio del coronavirus, se suma la incertidumbre al respecto de qué puede pasar después, y el problema es que tan problemático es el momento actual como lo pueden ser los tiempos venideros.

Vivimos una situación insólita, nunca antes se había llegado al punto de tener que tomar estas drásticas medidas para luchar contra una crisis sanitaria sin precedentes en la Sociedad desarrollada actual. Es tan insólita la situación, que para encontrar una de parecida nos deberíamos remontar a hace más de cien años, a la pandemia de la mal llamada "gripe española" o inclusive más allá y, aún así, la situación de entonces difiere y en mucho de la actual.

En una situación como ésta, la decisión de cualquier Gobierno que se precie de su nombre debe ser siempre el salvaguardar la salud de su pueblo, de sus ciudadanos, por ello, vaya por adelantado que estoy totalmente de acuerdo en que la mejor manera de intentar parar los contagios de coronavirus es intentar limitar al máximo el contacto social entre los ciudadanos. No obstante, esta limitación social está llevando inexorablemente a un parón económico sin precedentes, un parón que se va alargando en el tiempo y que amenaza, sin dudas, con una recesión sin antecedentes modernos. Parece lógico, si un país está casi sin producir durante, pongamos, tres meses, su PIB anual, magnitud que recoge la cantidad de bienes y servicios producida por una economía concreta durante un año, evidentemente, se resentirá y, por lo tanto, si se compara este PIB con el PIB del año anterior, año en el que se produjo sin parar durante todos los doce meses, la recesión quedará claramente plasmada. ¿En qué tanto por ciento de bajada se traducirá tal recesión? Difícil decirlo, depende del tiempo que dure la situación; un símil correcto al respecto sería el de la olla hirviendo a la que se le corta el fuego, continuará hirviendo durante un rato, luego se irá enfriando y, al volverle a aplicar calor, volverá a hervir antes cuanto menos se haya enfriado, es decir, cuanto menor haya sido el tiempo en que no ha recibido calor. De alguna manera, ésta es la situación de la economía española en este momento, una olla que hervía a la que se le ha apagado el fuego, simple y fácil.

Otro problema de la actual situación estriba en la bajada de ingresos por impuestos y el aumento del Gasto Público; bajan impuestos porque, entre otras cosas, se consume muchísimo menos; aumenta el Gasto Público porque el Estado debe hacer frente al pago de muchísimas más prestaciones por desempleo, subvenciones y demás ayudas a las personas más vulnerables al parón ( aunque gran parte de la ayuda pública a empresas y autónomos afectados, en lugar de subvencionarlos directamente, es mediante aval público a los préstamos a las que este colectivo accede, sino el Gasto Público aumentaría hasta un nivel estratosférico). Si tenemos, por un lado, un gran aumento del gasto Público y, por el otro, una merma en los ingresos públicos, tenemos como resultado un gran aumento del Déficit Público.

¿Cómo puede un Gobierno combatir el Déficit Público? Pues, por un lado, endeudándose más, emitiendo Deuda Pública; no obstante, en el caso de España, no olvidemos que el importe de la Deuda Pública supera y mucho al PIB anual, por lo que cualquier inversor en Deuda Pública española exigirá en compensación un tipo de interés alto (por la llamada Prima de Riesgo) o bien, directamente, no la comprará. Por otro lado, puede optar por una Política Monetaria Expansiva, en otras palabras, poner más dinero en circulación aunque ello genere inflación pero, en el caso español, no olvidemos que hace ya unos veinte años que tal competencia recala en el Banco central Europeo, la Política Monetaria ya no es competencia de los Estados miembros; de ahí las constantes llamadas casi desesperadas a la ayuda europea por parte del Presidente Sánchez reclamando los famosos "Eurobonos" que puedan ser emitidos con más garantías de colocación que si el Reino de España lo hiciera por su cuenta y riesgo. Es decir, tenemos una situación en la que el Déficit aumenta y el Gobierno no puede combatirla mediante Política Monetaria y tiene dificultades para aumentar la deuda Pública, debido a su astronómico nivel pre-coronavirus, mal asunto.

Por lo tanto, las consecuencias económicas de la situación actual serán peores cuanto más tiempo dure, por lo que no deberíamos descartar que Europa deba mover ficha, aunque la idea de los Eurobonos sería muy buena para las economías del Sur de Europa pero no tanto para las del Norte europeo. La diferencia entre estas dos zonas de la Unión Europea podrían ahondarse mucho más si Europa no es valiente y no prima el beneficio general; en caso de no ayudar de manera efectiva, se corre el riesgo real de llegar al final a una intervención de las economías del Sur, al estilo de la que Grecio vivió en su día, cosa que tendría graves consecuencias sociales y de modo de vida a la población de los países afectados y crearía un resentimiento a largo plazo que quién sabe, quizá significaría el fin de la Unión Europea que todos conocemos.

Personalmente, espero que la cordura impere y podamos pasar esta crisis sanitaria y sus consecuencias económicas y sociales de la mejor manera posible; mientras tanto, nos toca seguir a rajatabla las indicaciones de nuestras Autoridades mientras dure la actual situación de Estado de Alarma. Nos va a todos mucho en ello, la salud, lo primero, pero luego, hay que preservar nuestro modo de vida y Estado del Bienestar.

Tortosa, 8-4-2020. Economista C.E.C. núm 13147.

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