Vargas, ¿hacia dónde vas? ¿Por qué?, siendo tan extensa y hermosa La France con sus valles, montañas, costas, playas, ensenadas y ríos del Ródano al Sena y más, pueblos y aldeas y ciudades y buenos vinos y montañas de comida y mantequilla. ¿Por qué, insistes en llevar a Adamsberg al quinto Pino, que es Islandia esta vez?. ¿Dónde quedan las largas tardes-noches en tabernas bretonas o normandas? ¿Dónde los paseos por el Sena, ahora que ya hemos estado en Quebec, en Londres, en los Balcanes, en....
Y todo ésto en alegre mezcolanza con la Revolución Francesa: venga todos (y todas) bajo el influjo del Robespierre redivivo.
Vargas, me parece mucho forzar la máquina, juntar la grasa de foca con las leyendas de la bella y árida Islandia, pasando por Danton y Desmoulins. Me parece una osadía de la que se sale a duras penas, y lo digo porque eres tú. Que vienes siendo para mí como Retancourt para Adamsberg, un pìlar.
En fin, que me he perdido bastante hasta la mitad del libro. Miejora el interés notablemente hacia el final, pero no llega a salvar la empresa.
Vargas, !
regresa!
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