Revista En Femenino

Tiempos electorales y mujeres

Publicado el 28 enero 2011 por Daniela @lasdiosas
Las últimas elecciones municipales y regionales dejan un sabor ligeramente amargo si vemos los resultados con relación a las autoridades femeninas elegidas. Según nos informan IDEA y Transparencia (1), únicamente un 3.8% de cada 100 autoridades elegidas son mujeres, la proporción de mujeres vicepresidentas regionales alcanza apenas el 8% y no hay una sola mujer presidenta regional, y de las 1849 alcaldías que existen en el país sólo 69 serán dirigidas por mujeres. Estas cifras nos llevan a preguntarnos sobre las acciones que se han dado para impulsar la participación de las mujeres en la política como la llamada ley de cuotas.
Cabe recordar que la posibilidad de que las listas electorales tuvieran obligatoriamente que contar con un 30% de mujeres u hombres no fue una dádiva, sino que fue el resultado de la lucha permanente de las feministas y de mujeres del movimiento popular que lograron influenciar y hacer alianzas con las parlamentarias convencidas de la necesidad de que las mujeres tengan representación, como nos lo recuerda Anel Tonwsend: “Durante el período parlamentario 1995-2000, el grupo de parlamentarios/as a favor de la aprobación de la Ley de Cuotas, del cual formé parte, mantuvo una permanente comunicación con las mujeres líderes de organizaciones sociales que trabajaban en la tarea de apoyo alimentario a las familias pobres.” (2)
Ellas, luego de conseguida la ley, estuvieron también en la disposición de participar en la contienda política, dándose desde ese entonces lo que luego se reproduciría en cada elección en cuanto a la ubicación de las mujeres en las listas: “En abril de 2000, con la Ley de Cuotas ya vigente, muchas de ellas fueron parte de distintas listas parlamentarias, aunque no fueran ubicadas en los lugares más destacados de las mismas. (3)” La ubicación de las mujeres en los últimos lugares en las listas es una de las causas de que tengamos tan escasa representación en los gobiernos locales. Si a esto se agrega que en buena medida se sigue considerando a la mujer como poco “apta” para el ejercicio de la política, ya tenemos una explicación de las razones por las que la representación de mujeres es tan baja en los resultados generales del país, y por qué no se vota por mujeres.
Pese a todo, en el Congreso, la presencia de mujeres fue aumentando, asunto de suma importancia para redimensionar el rol de la mujeres en la sociedad, rompiendo con la tradicional ubicación de la mujer en el espacio doméstico, y posibilitándoles transitar, como diría Marcela Lagarde “por el terreno de los pactos entre los hombres y a la vez cambiarlos con la intervención de las mujeres” (4) . Hay que mencionar, sin embargo, que la mayoría de veces las mujeres que alcanzan un escaño en el Congreso no han tenido necesariamente una agenda de género, sino que son más bien acérrimas defensoras del orden de género establecido, sirviéndole de soporte, pactando con las posiciones más conservadoras y restrictoras de los derechos de las mujeres, incluso en aquellas situaciones en que la vida de las mujeres corre peligro, como podemos ver en las declaraciones de la congresista Fabiola Morales de Solidaridad Nacional en relación al aborto terapéutico:
“Despenalizar el aborto eugenésico y por violación es un atentado flagrante contra la vida y el Ministerio de Justicia debe pronunciarse claramente al respecto [...]. ¿Quién se cree con derecho de decidir sobre la vida de otra persona? Existen miles de casos de gente exitosa y de gran valía para la humanidad que sufre problemas congénitos. Es gente que le muestra el camino a quienes tienen la buena suerte de haber nacido sin problemas y no producen ni aportan al mundo.” (5)
La incursión de mujeres en el principal recinto de deliberación del país, donde se legisla y debate, no necesariamente ha redundado en que las problemáticas de género sean parte de la agenda política de las representantes, salvo honrosas excepciones. La presencia femenina no ha significado que ellas defiendan los intereses de las mujeres y que sus demandas sean transformadas en políticas o que se propongan legislaciones que impulsen realmente que las mujeres no sigan viviendo las discriminaciones y desigualdades que aun subsisten, especialmente de mujeres indígenas, de mujeres campesinas, de mujeres que siguen viviendo los avatares de la pobreza y la exclusión. No ha implicado que se impulsen acciones que vayan más allá de las medidas de alivio a la pobreza, que siguen perpetuando en buena medida los roles tradicionales de la mujer y basándose en ellos, en el trabajo gratuito de las mujeres para supuestamente mejorar los indicadores de pobreza.
¿Cuántas leyes se han propuesto dirigidas a posibilitar que las mujeres indígenas tengan acceso a una educación acorde con su realidad? ¿Cuánto se ha debatido en el Congreso sobre lo que habría que hacer para terminar con el feminicidio y la violencia creciente que vivimos las mujeres? ¿Cuántas medidas se han impulsado contra la trata de niñas, muchas de ellas niñas indígenas, como se ha denunciado en algunas ocasiones? ¿Qué propuestas se han debatido para que las mujeres mayores tengan una mejor calidad de vida y no tengan que vivir indignamente sus días postreros?, ¿Qué han dicho las parlamentarias sobre las múltiples formas de afectación que pueden vivir las mujeres frente a las grandes inversiones en las zonas donde habitan o frente a los problemas que han traído otras a los territorios de los pueblos indígenas, como en el caso del pueblo Kandozi que está muriendo, extinguiéndose debido a la epidemia de hepatitis B? Las preguntas no faltan y esperan respuestas que quizá nunca lleguen.
Mientras tanto, un nuevo proceso electoral se avecina, y en esta ocasión más que en ninguna otra, muchas mujeres están siendo colocadas en ubicaciones expectantes de las listas, lo cual debería alegrarnos. Pero lo lamentable es que algunas de las mujeres que están en las listas ya estuvieron en el Congreso, sin que eso haya significado un aporte para legislar a favor de las mujeres y, en otros casos, las nuevas postulantes no se caracterizan por haber tenido una trayectoria política, experiencia organizativa o de defensa de los derechos de las mujeres y se las incluye en las listas porque son un instrumento para jalar votos de la ciudadanía. Reconocidas vedettes, voleibolistas o actrices que, sin entrar en discutir sus habilidades en sus respectivas áreas, no son ninguna garantía de que están en condiciones de aportar al debate en el Congreso y de llevar adelante una agenda de género, porque no basta con ser una “una chica dulce e inteligente que haría una magnífica labor parlamentaria”, como señaló José Barba en relación a la candidata Daysy Ontaneda, al sustentar las razones para la postulación de la vedette por Cambio Radical (6), o con tener un “rostro joven”, lo cual según Marcial Ayaipoma compensaría la nula experiencia política de la actriz Ebelin Ortiz, candidata para Perú Posible (7), quien fue incluso voceada para ocupar el primer lugar de la lista de un partido que está precisamente entre los favoritos para ganar las elecciones.
La importancia simbólica de la presencia de mujeres en la representación política es enorme, pues estimula a otras mujeres a la participación, mueve los marcos interpretativos sobre el lugar que les compete a las mujeres en el orden de género vigente, emite un mensaje de posibilidad de poder para las mujeres, pero se necesita que las mujeres políticas que logran ingresar al ejercicio del poder político tengan también una actuación diferente, que sean protagonistas de los cambios en beneficio de las mujeres, y de los hombres también, que aporten a legislar en beneficio de la ciudadanía en general y no de grupos corporativos o para una agenda personal o familiar. Si las mujeres que logran llegar al poder político no tienen una mejor actuación, seguirá siendo muy difícil lograr que se vote por otras mujeres. Entonces seguiremos teniendo los bajos porcentajes de representación femenina que vemos en el informe que mencionamos al inicio y la lucha y el sacrificio de las mujeres que nos precedieron para lograr el espacio ganado habrán sido vanos, como si hubieran arado en el mar. Por Rosa Montalvo Reinoso[email protected]Noticias Ser PerúLa Ciudad de las Diosas Notas:
(1) http://www.eleccionesenperu.com/noticia-participacion-mujeres-elecciones...
(2) Ana Elena Townsend Diez-Canseco, La introducción del enfoque de género en la formulación de leyes nacionales y políticas públicas en el Perú: Los casos de la Ley de Cuotas y la Ley de Igualdad de Oportunidades, Documento de trabajo, Banco Interamericano de Desarrollo, 2008, p. 14 www.iadb.org/document.cfm?id=1481411
(3) Idem
(4) Marcela Lagarde, “Democracia genérica”, Antología Latinoamericana y del Caribe: Mujer y género. Período 80 -90 XXX Vol. I, Editora UCA, Nicaragua, 1999
(5) http://www.perudefiendelavida.com/?p=305
(6) “Héroe del Frontón va con Cambio Radical”, La Primera, 25 de enero del 2011, http://www.diariolaprimeraperu.com/online/politica/heroe-de-el-fronton-v...
(7) Antonio Manco, “Ayaipoma: Ebelin no tiene experiencia política pero es rostro joven”, El Correo, 24 de enero del 2011 http://correoperu.pe/correo/nota.php?txtEdi_id=4&txtSecci_parent=&txtSec...

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