Revista Política

Tiempos justicieros

Publicado el 31 marzo 2010 por Franky
TIEMPOS JUSTICIEROS Una de las instituciones que más se han deteriorado en la etapa democrática es, sin duda, la Justicia. Como resultado, nunca ha habido más justicieros que hoy. El Diccionario dice que justiciero es el que observa con rigor la justicia y exige el castigo. El justo es otra cosa, es el que actúa con absoluta imparcialidad, según la moral y la ley, y prefiere la misericordia al juicio. También se dice, en el aspecto religioso, que el justo es el que respeta plenamente los principios de la religión y no comete engaño. Hoy abundan los justicieros y escasean los justos; mala señal, tiempos de injusticia, porque la injusticia crea justicieros; la justicia, crea justos.

A los justicieros les gustaría que se cumpliera la letra de la ley, no el espíritu; y que sus infractores cumplieran el castigo rigurosamente sin olvidar una sola tilde. Eso ocurre siempre que la sociedad sufre grandes relajamientos. Y, sobre todo, cuando se trata de aplicar la ley a otro. Cuando se trata de aplicarla a nosotros, buscamos al mejor defensor, para quedar libre o reducir el castigo. Es curioso observar en la televisión cómo se condena a una persona sin misericordia y lo que lloran y gritan los acusadores cuando se les acusa a ellos. Son justicieros con los demás, pero no admiten que nadie lo sea con ellos.

Los justos, sin embargo, tienden siempre a favorecer al infractor si muestran arrepentimiento, porque saben que se consigue más con la comprensión y la misericordia, que con la aplicación justiciera. Los justicieros creen que no, que consigue más la pena de muerte y la cadena perpetua que la libertad y la conmutación de penas. Paralelamente, esa misma gente admite toda clase de leyes que conducen a la práctica de lo que condenan. En España, se han aprobado últimamente una serie de leyes que llevan a los niños y a los jóvenes a cometer injusticias, tanto en delincuencia como en sexo, pero se pide, al mismo tiempo, el endurecimiento de las penas a los menores.

La división democrática de los tres poderes –legislativo, ejecutivo y judicial- clarificó mucho las cosas y se pudo crear una sociedad más justa. Pero hoy, los políticos son más sagaces y les interesa más favorecer al partido que al país. Hacen leyes para captar votos, no para establecer una sociedad justa; basta observar el juego parlamentario. Asimismo, el ejecutivo se alía con el diablo con tal de seguir en el poder. Y los jueces han demostrado reiteradamente que les interesa más el juego político que la justicia. Todo eso nos ha llevado a un deterioro de la democracia que no hay quien la reconozca.

Precisamente, estamos en una semana donde celebramos el ajusticiamiento del Justo por excelencia. El que nos enseñó que “la letra mata y el espíritu vivifica”; que “la misericordia triunfa sobre la justicia”; que “la violencia engendra violencia”; que “no hagas a otro lo que no quieres que hagan contigo”; que “perdones al prójimo si quieres que te perdonen a ti”; que “no necesitan médicos los sanos, sino los enfermos”... Parecía que España había superado la etapa justiciera; pero no; en los tiempos que corren, dominan los que ansían volver al pasado, los justicieros.

JUAN LEIVA



Volver a la Portada de Logo Paperblog