Revista Literatura

Tierra (I)

Por Martindealva

Tierra (I)Susurra el viento entre las cánulas de tus cabellos, mientras clavas tu mirada en el vacío del olvido. Palabras engullidas por el orgullo ante el no saber ver, frente al espejo, el reflejo del maná que brota de tu corazón, para alimentar la sangre de tus venas. Aprendiz del silencio, que acalla sus latidos para encontrar otros que golpean forzosos en tu pecho.

Es en mis sueños donde mi alma no esconde mis alas, alas que me lleven hasta saborear el olor que emana de ti, mientras tus dedos pasean libremente contando los lunares de mi espalda. Donde tus labios cosen beso a beso las costuras de mi piel; y pierdo la razón a favor de la locura, olvidando las promesas que a mi misma me traicionan, y me forjan entre las ascuas del tiempo. Mi corazón prevalece dominado por la pasión de tenerte una sola vez, vencida a tu destino, derrotada entre mis brazos y protegida en mi pecho. No deseo más que tu sonrisa devuelva la calma a tu camino, y que el rubor que te clama prevalezca siempre vivo alimentado por el fuego de tus venas. No deseo más que sentir tu cuerpo junto al mío tonteando entre las sábanas mientras somos delatados por nuestros sueños, aquellos en los que volamos más alto de lo que nos es permitido. Y sentir el calor de tus suspiros, que grita arrancando de tu garganta los gemidos más cándidos que pueden acompasar esta melodía. Observo tu rostro complacido por el roce de mis cabellos, y vigilo por ti, y siento por ti lo que tú sólo sueñas a tus espaldas.

He aprendido cada una de las curvas de tu cuerpo, mis ojos han paseado por los pliegues de tu piel, y mi alma ha recorrido las cicatrices que el tiempo ha dejado en tu lecho, donde cada noche encuentras las heridas que cargas durante el día. He aprendido del tiempo y del espacio, de tus sonrisas y de tus lágrimas, te he reconocido en los intensos abrazos que nos debemos, siempre pendiente de ti.

Y es en ese tiempo y en ese espacio, donde mis silencios truenan en los ecos del olvido que derraman mis lágrimas, donde mis caricias y mis besos pierden valor ante la afrenta de la vista. Derrama lágrimas mi alma por despertar de esta quimera que compartí tan sólo una vez con quien me hizo vivir y volar, al compás de los instantes en que sentí, que tú y yo una vez fuimos sólo uno, en dos cuerpos dividido.

Como la noche y el día, condenados a vivir pendientes el uno de otro, sin más conjunción que amarnos en los eclipses que el destino nos regale.

Sólo deseo devolverte aquello que una vez te arrancaron para así volar juntos sin ahogos ni esperas. No seré yo quien retenga tus alas para guardarte junto a mi, pues en nuestra libertad, debemos ser conscientes y consecuentes que es un bien del que todos necesitamos. Y siendo mis besos y mi mirada incapaces de llegar a tu corazón, no seré yo quien abata tu alma en la prisión de mi vida. Ve, vive, y vive con la sonrisa que me enamoró el primer día, con el rubor de la candidez en tus mejillas, con la ilusión con la que pisas cada día el suelo bajo tus pies. Vuela lo más alto que puedas, porque sólo tú podrás alcanzar el cielo buscando en los anhelos de tu libertad.

Bellas son tus palabras, pero no encandilan mi alma cuando tus caricias no sienten al arañar mi piel. Cariño, besos y abrazos, es lo único que necesito para vivir, poco es lo que en ti busqué, y aún sin esperanzas dictadas, frustrada fui en mi conciencia al saborear el frío gesto de tu mirada, tus caricias no sentidas, tus besos secos, y la ausencia de tu alma.

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