Por Héctor Guavara: Los incendios no cesan, estamos rodeados de fuego por los cuatro puntos cardinales, la ciudad se ahoga entre humo y ceniza,
Se incendian nuestras montañas,y los cubileteros inmobiliarios se frotan las manos.
Como salvarnos de nuestra codicia o la ajena?.
En esta jornada calurosa los brigadistas van sonrientes y confiados, bromean y juguetean como niños aún a sabiendas de que van a arriesgar todo con tal de mitigar el incendio que les fue asignado.
Llegan a Cerro de San Pedro y la tarea parece fácil, no hay viento y eso es una gran ventaja, inician la caminata hacia la conflagración, pero al comenzar el ascenso sobre un empinado cerro, el viento cuál demonio se hace presente. El calor y las cenizas invaden el ambiente, se pegan al cuerpo y a pesar de que hay un trabajo trazado, este se vuelve incierto.
No es posible atacar al fuego, todo se torna peligroso entre el humo y los fragmentos de una flora devastada Y la frustración invade.