Mezclado con arena y restos óseos
Te nutres de las experiencias de quienes vivieron por años
Calcio y un sinfín de componentes alimentan tu húmeda oscuridad.
De animarte, hundís tu mano en ese polvo que te dio la vida, que te vio nacer, que te vio sonreír y sufrir…
Se te escurre entre las manos, se te escapa.
Pero lo que más te molesta es la carencia de forma.
La angustia de no ver la silueta, el perímetro, no palpar los contornos.
Quienes se dedican a la pala, el fuego y las cenizas, tal vez amortizaron su sensibilidad
Creen que jamás les pasará, pero ellos algún día estarán allí.
Serán, en el mejor de los casos para los audaces, testigos mudos.
Para los temerosos en cambio ni lo percibirán.
Una caja.
Una etiqueta
Una fecha
Una mano que alcanza todo lo que fue reducido a polvo.
A un montículo.
Y otra lo recibe para inmortalizar esa polvareda de experiencias enorme.
Única.
Luego vienen los brotes
Aunque no sean los esperados
Porque los planes van para un lado, la fantasía por otro, y la realidad por el asfalto.
¿Importa de dónde vienen las cenizas?
¿Tan sustancial es corroborarlo con los ojos?
¿Confiar en desconocidos?
¿Confirmar hechos que tal vez produzcan más dolor?
Y pensamos en símbolos
Porque la vida es un eterno símbolo
Y allí nos desarrollamos
Entre lo que creemos que es real, lo que percibimos y lo que no sabemos….
A ciegas para todo
Pero esa tierra está más viva que nunca
Esperaba ser abierta, aireada, y rellenada.
Buscaba fertilidad.
Esperaba parir algo nuevo
Algo diferente
¿Restos?
No: Vida.
Y que late…
MP – Abril 2017