Tierras lejanas

Buenos gloriciosos y grisáceos días,

Esta maravillosa pieza se la quiero dedicar especialmente a una persona que ha sido mas que una influencia en la existencia de Margot, el punto de origen. Desde que recuerdo, mi madre cose, nos enseñó también a nosotros dándonos labores de punto de cruz, (labor es el cuadrante con el dibujo a trabajar) y agujas de punto, que yo sigo siendo una negada y ella te corrige sin mirar la suya.

Mi abuela, mis tías, todas cosían, el ruido de la máquina era familiar y llevar hilos colgando y trajes hechos para nosotras lo habitual, pero hubo una vez, que marcó el instante, porque sigo sonriendo al recordarlo. Para Navidad, mi abuela le había hecho un vestido a mi madre, escote en pico, negro, corto, muy años 90, sin mangas, cremallera detrás y con un cordón de pedrería negra en escote y espalda. Cuando la ví, me quedé sin habla de lo guapa que estaba y sobre todo, lo guapa que se sentía. Y supe, que yo quería ser como ella y hacer que otras personas se sintieran así de bien con algo que yo hubiera hecho. No fue tanta casualidad que yo ahora me dedique a coser…

Por eso y todo lo que me quedo para mí, mi pequeño homenaje, abuela.

Traía la tela y la idea, por lo tanto, había que trabajar con los metros que había y siendo una seda finisima y estampada, eso iba a resultar complicado.

La seda, de primeras suele venir con algún desperfecto porque es un producto natural trabajado, así que hay que examinarla bien antes de cortar para sortear los posibles daños, y cuando es estampada, con toda seguridad trae lagunas de dibujo, allí donde salta el rollo de estampación, suele haber una línea grisácea que se suele confundir con polvo, por eso, siempre sobran pedazos que no se deben usar, especialmente pasa con colores vivos sobre fondo claro.

Esta tela en concreto, venía de un largo viaje desde la India, y las telas indias son muy especiales, además de una finura que da miedo tocarlas, mucho menos pasarlas por la máquina, el estampado suele ser a mano, por lo que el tacto también difiere de las que hay aquí porque no está mezclada con poliéster, y como colofón están hechas para ser usadas como saris, es decir, enrollada alrededor del cuerpo, con un top y pasando el sobrante por el hombro hacia delante dejando la cenefa de cierre, sin costuras, sin botones, sin cremallera, pero un verdadero quebradero de cabeza para aprovecharla en todo su esplendor.

  

Ya os he contado varias veces que hay trajes que salen solos, otros que fluyen, otros que pelean y luego está este tipo, trajes que están ahí entre los pliegues, que tu has pensado y diseñado y trabajado un modelo y por mas que fuerzas la tela, aquello queda raro, hasta que poco a poco empiezas a ceder y la tela se va acoplando a su manera hasta que lo ves, ahí delante, como si dijera, he estado aquí delante de tu cara todo el tiempo, una vez que pasa, es maravillosa la sensación de ver que todo encaja maravillosamente.

  

Vestido corto, manga tres cuartos, falda semi acampanada con cuerpo fruncido y tableado, cremallera a la espalda, las cenefas pasaron del frente, a los lados y finalmente acabaron enmarcando la espalda, la cintura, alta, con dos piezas triangulando el pecho tableadas y cosidas a modo de decoración sobre el fruncido del cuerpo, con forro de raso para darle un poquito de fuerza.

Sin prueba final, cuando me mandó las fotos ví que lo que creía que le faltaba puesto en mi maniquí era, sencillamente, bellísima Ella dentro del vestido.

Larga y feliz vida,

Margot