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Tiger Girl, rebeldía adolescente

Publicado el 07 octubre 2017 por Patrick Bateman @CinefiliasO
Tiger Girl, rebeldía adolescente


El argumento de Tiger Girl puede resultar suficientemente atrayente para el espectador, pero mi principal aliciente para verla, era una de sus dos protagonistas, Ella Rumpf. A la bella enigmática actriz la vimos el año pasado en Raw (Crudo), película que también se proyectó en el Festival de Sitges.
Tiger Girl está dirigida por el director alemán Jakob Lass y es su tercer largometraje.
El guión del propio Lass junto a Eva-Maria Reimer, que debuta en el campo de la escritura, nos presenta una propuesta que comienza con números de convertirse en una gran obra de culto instantánea con la presentación de sus dos personajes principales. Pero acertar no siempre es cosa de sabios ni de adivinos.

Tiger Girl, rebeldía adolescente
La joven Tiger consigue lo que quiere. Vanilla en cambio no sabe lo que quiere. Aparte de una cosa importante: un uniforme. Tiger le enseña a morder, y Vanilla saborea la sangre. Así que Tiger necesita aprender una nueva regla: quien siembra vientos, recoge tempestades.

Salvando cualquier distancia, argumental, desarrollo y personajes, la película me recuerda vagamente en aspectos técnicos, como la fotografía, a la sobrevalorada Green Room. Sin embargo, el nivel de violencia de Tiger Girl no es lo que a priori pueda parecer, ni lo que presume la sinopsis. Ni por asomo se aproxima a la obra de Jeremy Saulnier.

En Tiger Girl las apariencias engañan. Lo que empieza como un juego gamberro y que tenga que ir a más allá, engullendo a sus dos protagonistas en una espiral de caos y destrucción sin retorno, no llega a cumplirse. Es el típico caso de 'quiero pero no puedo'. Nunca abandona la senda de lo políticamente 'correcto' y 'comedido'. No explota todo el potencial que podría haber dado de sí una idea, que no tiene porque ser para nada original, y no lo es, pero bien podría haber dejado mucho más poso en el espectador.

Tiger Girl, rebeldía adolescente
La historia aparenta que tenga que ir en aumento y acabar de forma realmente trágica o impresionante. Pero no lo hace, se limita a repetir situaciones con un esquema muy lineal que va desintegrando la historia por sí misma hasta dejar al espectador con una sensación muy templada y fácil de olvidar.

La película se limita a explorar la relación de amistad entre sus dos protagonistas, en un principio de polos totalmente opuestos. Esto funciona durante los primeros minutos, pero acaba sin tener demasiado peso.

Por un lado Ella Rumpf da vida a Tiger que nada parece importarle una mierda y mete en un mundo oscuro y delictivo a Vanilla, interpretada por Maria-Victoria Dragus, a la que vimos trabajando con Michael Haneke en La cinta blanca, interpreta el personaje benévolo, mientras dura el contraste la película se mantiene, pero luego pierde cualquier intensidad.

La relación entre ambas chicas, supuestamente, se irá volviendo más salvaje. Desgraciadamente, los actos vandálicos que perpetran el dúo, no trasciende demasiado, ni plantea terribles consecuencias que marquen al espectador.
Esta relación, pienso que podría haber dado mucho más de sí en la historia que nos plantea.
Puede que yo me haya hecho una idea errónea de lo que me deparaba Tiger Girl, pero me ha parecido una película que juega a ser gamberra y poco más. Los resultados son demasiado sofisticados y prudentes con el tipo de propuesta anárquica y desmesurada que intenta vendernos.

Tiger Girl, rebeldía adolescente

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