Revista Cine
Lo poco que he leído de Toni Hill me ha gustado, así que tenía claro que lo siguiente que se publicara lo leería, por eso hoy comparto mis impresiones sobre su último trabajo.
En Tigres de cristal conocemos a Iago, un adolescente que va al instituto y que vive con su madre Miriam y su abuelo enfermo de Alzheimer. Iago es responsable, buen estudiante y algo tímido, lo que le impide acercarse más a Alena, la chica que le gusta. Con él nos adentraremos en la vida del instituto y en la trama que de desarrolla en el presente.El abuelo de Iago nos sirve de nexo para itroducirnos en el otro hilo temporal de la historia, situándonos en los años setenta. El anciano navega entre periodos de lucidez, recuerdos atormentados y memoria confusa. Pronto descubriremos que esos recuerdos que le visitan con cierta frecuencia tienen que ver con un trágico suceso ocurrido hace muchos años, concretamente en 1978. En esa época, en la Ciudad Satélite (barrio de San Ildefonso), dos niños, cuya amistad parece improbable por las numerosas diferencias que hay entre ellos, se ven obligados a sentarse juntos en clase, naciendo entre ellos una amistad incondicional e inesperada: se trata de Víctor, un niño de familia acomodada que despierta la simpatía de todos sus compañeros, y Juanpe, un niño debilucho de origen humilde, hijo de madre alcohólica y padre maltratador. Ambos, especialmente Juanpe, y al igual que otros compañeros, son víctimas del acoso escolar ejercido por Joaquín, apodado "el cromañón", un joven repetidor consentido, déspota y cruel con quienes le rodean. Una fría noche de diciembre la fatalidad cambiará sus vidas para siempre.Ambas tramas van alternándose, interviniendo en la narración un testigo de aquella noche de diciembre que nos aclarará muchas cosas. Desde mi punto de vista, prevalece y se desarrolla en profundidad esta historia (la sucedida en los setenta) y las consecuencias en la actualidad, al reencontrarse Víctor y Juanpe más de treinta años después. La historia de Iago y Alena está menos desarrollada, llegando un momento en el que se suceden varios capítulos en los que esta parte queda aparcada.En ambas, no obstante, hay un tema principal en torno al cual se desarrolla la novela: el acoso escolar, esa lacra que siempre ha existido, aunque es ahora cuando parece verse más, especialmente con el apogeo de las redes sociales; ese problema sobre el que tanto queda por hacer, que nace a veces de la forma más imperceptible, y sobre el que los propios adultos debemos dar ejemplo. Toni Hill lo refleja muy bien en sus páginas, al igual que la violencia de género, esa que se manifestaba como "normal" antaño, y es que, si hay una cualidad que me gusta de este autor, es su habilidad para desarrollar los perfiles psicológicos de los personajes, sean principales o secundarios (se nota que es profesional de la materia). No hay blanco o negro, hay escala de grises y huellas del pasado que, si bien no justifican el proceder de los personajes, sí que hace que el lector los entienda en cierto modo y no los juzgue a la ligera. En este sentido, Juanpe me parece de lo mejor de la novela, es brutal su historia, de principio a fin.En definitiva, si bien os recomiendo esta historia sobre acoso, amistad, lealtad y venganza, debo decir que, para mi gusto, la sombra de Los ángeles de hielo es muy alargada. Ojo, Tigres de cristal me ha gustado mucho, pero no me ha deslumbrado ni impactado de la forma en que lo hizo la anterior. Ya me contaréis si lo habéis leído y si os ha pasado lo mismo.