Revista Comunicación
Hasta Louis CK todo iba bien. Con Kevin Spacey y Harvey Weinsten la cosa parecía clara: demos voz a las víctimas que siempre tienen la razón. Pero cuando uno de esos nombres te cae simpático todo se derrumba y a pesar de nuestro super feminismo, empiezan las justificaciones:
"Sabías donde te metías""¿Por qué has ido a su piso si sólo querías charlar?""¿En serio? ¿Subes a su coche y pretendes que no se saque la chorra?".
Lo de Louis CK fue el primer jarro de agua fría porque el tipo les pedía amablemente que lo vieran masturbarse. Y pensamos: "Joder, el pobre se lo curraba, eso no es acoso por el amor de Dios". Pero hasta él mismo lo reconoció. Una cosa es pedirle a cualquiera que te mire tocarte y otra es hacerlo desde tu posición de poder. Era un caso de acoso en toda regla. Aún así pensamos: "¿Por qué decirlo en público? Haberle mandado un wattshap. Yo quiero ver más Louie, dejad esta mierda".
Hace una semana se me rompió el corazón con la noticia de que James Franco también era uno de los acusados de abuso. Pero claro, piensas ¡Es James Franco! Que a nadie se le escapa que el tío no es un santo. ¡Que ese señor se subió a presentar la noche de los Oscar puesto hasta arriba de marihuana!. Lo raro es que te subas a su coche y simplemente te lleve a casa. ¡Que sabes donde te metes!
Así que ¿Por qué tengo que creerle a una rubita, aspirante a actriz, que no ha hecho más que dos cortos en su vida y que puede incluso estar beneficiándose de este escándalo... que este hombre se aprovechó de su poder sobre ella para que le hiciera una felación?. No tengo por qué hacerlo. Tengo que pensar que no era para tanto, que exageró. Como él dijo: "No fue exactamente así". Que los chicos hacen esas cosas. ¡Que de eso al abuso hay un mundo!
Y llega entonces el comunicado de las francesas, abanderadas por Catherine Deneuve y dice que las cosas se están sacando de madre. Y sus argumentos parecen sólidos. Los americanos son exageradamente puritanos y cuando se les mete algo en la cabeza, a ver quién se lo saca. No se puede llamar acoso a cualquier cosa ¿Y qué pasa con la galantería? Los hombres ya no van a querer tocarnos la rodilla, acariciarnos de soslayo... ¿Qué estamos haciendo? ¿Van a tener que mandarnos un burofax para que sepamos que quieren irse a la cama con nosotras? ¿Un burofax que necesitará una respuesta firmada y sellada con un SÍ como una catedral para empezar a hablar? ¿Nos estamos cerrando a la sexualidad? ¿Estamos tirando por la borda tanto esfuerzo por lograr la libertad sexual? ¿Volvemos a los 70? Todo parece problemático y complejo. Es claramente el comienzo de una Caza de Brujas de la que no se va a salvar nadie. ¿Quién será el siguiente? Me han tocado a mi Louie, a mi James ¿Qué me espera, Redios?
Y entonces llega el asunto de Aziz Ansari. Él conoce a una chica encantadora, tienen una cita y ella sube a su casa. Están charlando, pasándoselo bien pero ella da muestras de que no le apetece follar para nada. Él estas señales no verbales ni las ve venir y sigue adelante. La besa, se quita la ropa, le quita la ropa, practican sexo oral. Él sigue besándola pero ella no le responde los besos. Ella le dice que se quiere ir. Él le pide un taxi. Ella se va. Al día siguiente él le escribe que pasó una noche divertida y ella le contesta que no lo fue para nada.
Lo primero que piensas ante este párrafo es "TÍA, COÑO ¿PARA QUÉ SUBES?". Pero entonces lo ves.
Y todo cobra sentido.
Hagamos una prueba. Cojamos el párrafo anterior y démosle la vuelta:
"Y entonces llega el asunto de Aziz Ansari. Él conoce a una chica encantadora, tienen una cita y él sube a su casa. Están charlando, pasándoselo bien y él da muestras de que no le apetece follar para nada. Ella estas señales no verbales ni las ve venir y sigue adelante. Lo besa, se quita la ropa, le quita la ropa, practican sexo oral. Ella sigue besándolo pero él no le responde los besos. Él le dice que se quiere ir. Ella le pide un taxi. Él se va. Al día siguiente ella le escribe que pasó una noche divertida y él le contesta que no lo fue para nada".
La diferencia entre los dos párrafos es que el primero nos suena muy normal. El segundo nos resulta de otro planeta. No va a pasar. Nunca.
Básicamente porque nosotras podemos estar en un piso con un chico charlando y punto. Entrar en la casa, coche, habitación de hotel de una persona no significa aceptar que va a haber sexo. Es más, puedes querer sexo hasta que el tío diga alguna imbecilidad y se te quiten las ganas.
El problema es que damos por hecho que la casa, coche, habitación de hotel del chico es LA BOCA DEL LOBO. El problema es que ellos han aprendido que esto es así. El problema es que ellos han aprendido que su ERECCIÓN es definitiva. Si la tienen ya no hay vuelta atrás. "Conseguiste que me empalme tía, eres una calientapollas, ahora tienes que hacer lo que has venido a hacer".
Y todo esto es lo que tiene que cambiar. Quizás no tienen la culpa ni James Franco, ni Aziz Ansari ni Louis CK por siglos de sometimiento. Quizás tenemos que aprender a decir que no. Pero por Dios ¿En serio? ¿En serio hay que decir algo tan desagradable como "Un Alvariño por favor. Ah por cierto! que no me apetece follar"?.
A veces nosotras también hemos tenido la culpa, por jugar a aquello de "No, no, ahora no, bueno sí, pero poco". Todas lo hemos hecho, les hemos enseñado mal. Pero ellos no deberían ser idiotas. No deberían hacerse los idiotas, Tienen que saber diferenciar entre un "NO PERO SÍ", de un "NO VA A PASAR NUNCA". No pueden ser tan listos para unas cosas y tan tontos para esto.
Todas estas mujeres se han sentido humilladas, todas han vivido estas situaciones sin querer y por razones que se les escapan (miedo, shock, admiración, angustia). Pero lo han vivido y deben decirlo. Para que una habitación deje de ser una BOCA DEL LOBO. Para que seamos por fin, iguales.