Revista Cocina

Timo de cumpleaños

Por Dolega @blogdedolega

Timo de cumpleaños

Ya, ya sé que me dirán que tendría que haber…que como no hice….que a nadie se le ocurre…

¡Y es cierto! Pero es que si mi abuela hubiera sido rueda, yo sería bicicleta.

El condicional en nuestras vidas, no sirve más que para amargarnos los higadillos cuando uno mete la pata hasta el corvejón y se daría con la cabeza contra los pinos.

Situémonos en ayer, día del cumpleaños del Niño.

Me levanto y me pongo a currar en lo de la tienda.

Envíos, fotos, actualizaciones en redes sociales, etc, etc.

A media mañana, decido salir a comprarle la tarta de cumpleaños y aquí empieza mi error. Debí de ponerle la zanahoria a una magdalena, que tengo una bolsa llena. Pero no, uno es madre y además tonta así que me lanzo a buscar la tarta de 25 cumpleaños.

Me voy a la pastelería donde solemos comprar estas cosas y está cerrada. Ahora caigo, es lunes. Llamo a un amigo a que me asesore, me asesora, pero también está cerrada.

Cuando la cosa se está poniendo, que parece que estoy haciendo la vuelta a España en coche, me acuerdo de una pastelería en un pueblo cercano en la que, algunas veces hemos comprado cosas.

Llego y ¡está abierta! Sale el pastelero a atenderme y me dice que no tiene tartas, pero que me la hace en un momento…bueno, en tres cuartos de hora.

PRIMER ERROR: Le digo que sí.

Quedamos en que la quiero de chocolate y trufa y que ponga “felices 25 Jóse” (es el nombre del Niño).

Me marcho a hacer recados para aprovechar el tiempo de espera.

Vuelvo y todavía está haciéndola. Sale su mujer y me empieza a contar que no tenía suficiente trufa montada y que estaba montando más.

Tic, tac, tic, tac…

De repente sale el pastelero:

-Perdone señora, ¿Qué quería que pusiera en la tarta?

-Felices 25 Jóse con acento en la “o”

-Pues es que no va a poder ser…

Me quedo un poco descolocada, no entiendo que una tarta que está haciéndose en ese momento no pueda poner lo que el cliente quiera…

-¿Y eso? Dolega con cara de ¿¿??

-Pues es que verá, he puesto Felicidades y lo he puesto muy grande y ahora lo otro no cabe.

-Sí, con la misma cara y lío mental me quedé yo. A ver…

SEGUNDO ERROR: No mandarlo a la mierda e irme a cualquier sitio menos a ese.

-Perdone pero es que no entiendo nada, yo no le he dicho a usted que pusiera felicidades, tiene usted apuntado en ese cuaderno la dedicatoria. ¿Y lo de muy grande? Qué tan grande… ¿no cabe el nombre? A ver si le va a tener que poner “felicidades J” sin número ni nada…

-¡No, no! Si ya le he puesto todo… Y me saca la tarta

Timo de cumpleaños

Me quedo traspuesta como todos ustedes, no doy crédito a lo que estoy viendo.

-Oiga perdone, ¿Usted no tiene mucha práctica con la manga pastelera, no?

-Si señora, lo que pasa es que como he tenido que montar trufa porque no tenía suficiente, está demasiado blanda y se me ha torcido un poco.

-¿Y el 25? Dolega en modo asesinato.

-¡Pues ya le dije que no cabía!

Me quedo mirando fijamente la tarta. ¿Por qué no puedo ser como todo el mundo? ¿Por qué me tengo que topar con todos los anormales que hay en el universo?

Por favor, que los extraterrestres se hagan patentes cuando ya me haya muerto. No podría con anormales inter galácticos.

Como soy imbécil sin solución, en vez de largarme y dejar al matrimonio con dos palmos de narices,

-Cuanto es.

Y me suelta una cifra absolutamente INDECENTE… IN-DE-CEN-TE por la tarta.

Cuando me ve la cara de espanto.

-Es que va por peso y como le he puesto bien de trufa y chocolate como me dijo.

TERCER ERROR: No partirme de risa en sus narices y largarme de allí al instante.

Saco la tarjeta de crédito con una mala leche que no me tengo.

-¡Huy no, no tenemos tarjetas! Los bancos cobran mucho por ellas y para lo poco que ganamos aquí…

Salgo de la pastelería dando un portazo.

“Dolega, eres la cosa más idiota que ha parido madre en toda la historia de la humanidad. Luego dices que si tal que si cual, pero es que te buscas las cosas tú solita. Con lo fácil que es irte al Mercadona y comprar una tarta congelada de 8€ que además están buenísimas… Retire su tarjeta por favor, retire el dinero, por favor…si encima lo único que quieren es soplar la zanahoria… ¡Aaachís! No, si encima me resfriaré por venir desabrigada hasta el cajero y me tendré que gastar más dinero en antigripales…”

CUARTO ERROR: No montarme en el coche e irme a comprar una tarta a cualquier otro sitio.

-Cóbreme y deme una bolsa para la tarta.

-Pues es que no tenemos bolsas.

Dolega en modo Caballero Oscuro

-¡Escúcheme bien! Ó me da una bolsa para la tarta más cara del mundo, ó se queda con ella ¿Lo ha entendido?

La mujer reacciona rápidamente.

-No se preocupe que yo le busco una bolsa.

Salgo de la maldita pastelería como alma que lleva el Diablo. ¡La jodida tarta pesa como su puñetera madre!

Empiezo a pensar “A ver si le ha metido quién sabe qué para que pese más…” Me imagino al Niño partiendo la tarta y sacando piedrecitas de entre la trufa.

Pongo la tarta en el asiento delantero del coche.

Yo vivo en el único pueblo del mundo donde han hecho una rotonda inclinada, si inclinada. Ya han volcado un camión y dos trailers, lo juro. Entro en la rotonda y la bolsa se empieza a escurrir por el asiento del coche y me veo la tarta esponcinglada contra el lateral de la puerta. Logro cogerla por el asa de la bolsa antes del fatídico choque, mientras el coche se va peligrosamente hacia debajo de la rotonda. Ufff…

Llego a casa, bajo (con trabajo) la puta tarta y me dedico a despotricar todo lo que quiero.

El Niño no hace nada más que preguntarme cuánto ha costado, primero para pagarla él y segundo para irse allí con la tarta y montarles el pollo. Yo me niego. Cuando hago el imbécil, lo hago a lo grande y con todas sus consecuencias.

Timo de cumpleaños

El Niño descojonado con la leyenda de la tarta a punto de soplar la zanahoria

-En cuanto lo postees me entero y me voy para allá y estos se enteran.

Así que lo dejaremos sencillamente en IN-DE-CEN-TE

Cantamos el “cumpleaños feliz” partimos la tarta y por lo menos, no tiene piedrecitas.

El Niño dice que está muy buena, pero soy su madre y sé cuando miente.

 


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