Había vuelto de Madrid hacia un par de meses y habiéndome resignado a la incoherencia de una relación a distancia, reinstalé la aplicación y actualicé mi perfil.
Sin darme cuenta tenía más material para generar atracción, tenía fotos en paisajes increíbles de Roma, Venecia, Suiza, Niza, Barcelona, y por supuesto Madrid. «De todas maneras ésta foto me hace ver interesante», «Nadie va a saber que ésa botella de vino costaba 1 euro», «En ésta se me ve divertido».
Tenía mi álbum listo y todas las ganas de conocer a alguien a quien si pueda seguir viendo, no como a la estúpida de Sara, a la que probablemente no vuelva a ver en mi puta vida pero amaré por siempre.
Empecé a mirar fotos y nadie me gustaba, «muy gordita» , «le faltan cejas», «parece zorra», «no parece muy limpia». Navegaba en un conflicto interno en el que intentaba bajar las revoluciones a mi repentina exigencia de búsqueda. Después de todo yo no soy mucho mejor que otra persona, no es que tenga mucho que ofrecer y probablemente soy agradable a los ojos pero a nivel modelo, no. No sé que mierda pretendía, pero mi cerebro me seguía ordenando entrar en detalles físicos que necesitaba encontrar.
Luego de varias horas de uso intermitente del catálogo de satán, me topé con una foto profesional, sentada en un muro viejo con el mar de fondo, su cabello hacia el lado derecho (a mi izquierda desde la perspectiva de la foto), los brazos agarrando sus canillas, una chaqueta negra y un pantalón de jean con un hueco hacia donde caía el cabello, zapatillas blancas. Sonriendo.
Sonreí.
Con mucho cuidado me fijé nuevamente cómo es que debía deslizar el dedo para continuar viendo las fotos y no darle siguiente sin querer. (me pasó muchas veces y no podía permitir ese riesgo). Vi la pantalla con mucho cuidado y entré a ver el resto. Aunque casi todas sus fotos eran profesionales, encontré una que era tomada de celular. No diré que fue la que más me gustó, pero fue la que me dió más esperanza de pensar que podría fijarse en mi (es que no salía tan bien como en las otras, supongo que eso la humanizó un poco).
Le di like, ella no me dio ni vergas. Me decepcioné de la vida.
No supe nada hasta 3 o 4 días después, que por inercia revisé la aplicación y me sorprendí al ver que habíamos hecho match, pero la estúpida de Tinder no me avisó porque tenía las notificaciones desactivadas. Estúpida.
La saludé y empezamos a hablar fluido. Le conté un poco de Europa (sin entrar en atorrantadas) y ella me hablaba de su carrera y algunas películas que andaba viendo.
Se me ocurrió no adelantarme a pedirle una cita, sino más bien «coordinar» ver una película en Netflix al mismo tiempo. Sabía que no era algo a lo que tuviera que tomar mayor decisión y a la vez, sin darse cuenta estaría compartiendo tiempo conmigo y yo ganando su confianza.
PAUSA
Por qué no me lancé a pedirle vernos? pues porque se me hacía muy bonita estilo «out of my league», y debía actuar de forma inteligente, ir a lo seguro. No permitirle tener esa primera impresión que me podía descartar por completo, sino trabajar en lo interno para que compense lo externo y esa primera impresión fuera lo más justa posible, osea a mi favor, claro.
Todos los días coordinábamos una nueva película para verla en paralelo, comentando, mandando audios, tomando fotos de escenas y hasta a veces con videollamada en cámara posterior (nunca a la cara, nunca a la papada).
Una de nuestras elecciones fue Hércules, en dibujo. Lo que nos permitió hablar un poco sobre nuestra infancia y familia. Fue en ésta conversación que entró de pronto información relevante: «tengo una hija de 3 años».
((Mierda, no la hago.))
«Qué lindo! debe ser divertido» -dije
«Si lo es, aunque mis papás me ayudan con la parte seria» – respondió ella.
- Oye, estás? estoy hablando con Alicia, la que te conté de Tinder. Tiene una hija, que hago?
- Nada pues, qué vas a hacer, acaso te vas a casar con ella?
- No pues, tienes razón. Entonces normal no?
- Si imbécil. Tranquilizate.
Era una época dura en Lima, a causa del fenómeno del niño muchos distritos habían quedado sin agua hasta nuevo aviso. Sólo en algunos intervalos de tiempo podíamos bañarnos y todos andábamos muy atentos, de lo contrario había que esperar al camión cisterna y llenar nuestros baldes para poder abastecernos.
No diré que ésto fue algo bueno, pero yo tenía agua y Alicia no. Y cuando lo supo, me pidió venir a casa a tomarse una ducha. OBVIAMENTE le dije que si. Osea ya habíamos visto Hércules. El riesgo se había aminorado en cierto grado y tampoco podía pedirle peras al olmo. Era hora.
Tocaron el timbre y era ella pero no estaba sola. La acompañaba una amiga suya que luego supe era mi vecina (pero no la había visto ni en pelea de perros del parque). Pasaron se bañaron, ambas, y se fueron. No hicimos contacto visual de ningún tipo.
- Vino Alicia!!
- Y qué fue??? que tal?? estaba rica?? ya se aman?
- Nada imbécil. Vino y se fue, encima con una gorda que le andaba diciendo para salir a tomar en la noche.
- Bueno ya ni modo, al menos se conocieron no?
- Si si. Fácil nos hacemos amigos pues. Peor es nada
Mi perro andaba algo estresado, creo que sentía mi vibra cagada. Así que nos fuimos de paseo por los parques de mi barrio, mientras recordaba ese lamentable encuentro de la mañana, en el que lo único que conseguí fue dejar mi familia desabastecida de agua.
-Hey, tienes planes para más tarde? (era ella!)
-Hola! bueno vienen unos amigos a casa a tomar algo (mentira, no venia nadie, me lo inventé)
-En tu casa hay espacio para dos más? – dijo ella
-Claro, vengan como a las 10. (en ese momento empecé a textear desquiciadamente a mis amigos para armar una reunión en mi casa esa noche, ofrecí alcohol y hamburguesas a la parrilla, tenía que rellenar la escena)
-Listo! nos vemos.
Y morí.
No me detuve pensando en qué sucedió o que la animó sino que organicé todo para la noche, revisé la ropa que tenía, no sabía que ponerme y elegí ir a lo seguro, todo de negro.
Descargué música para no andar pendiente de la radio (siempre he tenido problemas con eso porque normalmente escucho música que a los demás les parece algo desfasada). Al final le pedí a una de mis amigas que llegara antes con un USB.
Parecía mi fiesta de 15 años. No suelo organizar nada, prefiero que todo fluya en el momento, decidir en la marcha, pero tenía tantos nervios que opté por dejar al destino el menos trabajo posible, para que se dedique a que las cosas salgan bien con ella.
Estábamos ya instalados y a eso de las 10:30 tocan el timbre, sabía que eran ellas.
Salí y ahí estaba, con el cabello muy lacio, la boca pintada de negro, igual que las uñas, una chaqueta de jean y un pantalón negro, con huecos en ambas rodillas. La amiga no sé.
Salimos a comprar alcohol en el carro de uno de mis amigos. Yo casualmente me senté a su lado (pero realmente fue habilidad y coordinación mía al subir) Eramos tantos metidos en esa camioneta que andábamos pegaditos y hubo un momento en que ella dijo: «mejor me siento encima». A lo que muy calmadamente respondí: «normal».
Sentí su perfume cerca y fui feliz todo el camino. Fue irónico querer que un viaje a la licorería se alargue, por lo general no tengo paciencia cuando se trata de conseguir supplies de alcohol.
Intentaba no tocarla con ninguna parte de mi cuerpo más que la necesaria, no quería mostrar desespero, ni gusto excesivo, ni aprovechamiento de ningún tipo, debía dejar que ella continúe siendo la que propone y yo simplemente alguien que no tiene problemas con eso. Muy fresco (y muy falso claro).
Volvimos a casa y bebimos todos hasta muy tarde, una vez que se acabo todo el alcohol Alicia y su amiga se levantaron y se despidieron. Mis amigos aprovecharon la salida de ambas para empezar a lanzar hipótesis de lo que pasaría entre ella y yo, de si yo le gusté, de si es muy chiquita para ser madre, muy chiquita para mi, perfecta para mi, etc.
Mientras estaba escuchando el surtido de comentarios, Alicia me escribe, preguntando si podía ir y acompañarla a esperar el taxi. Avisé del mensaje, le encargué mi casa a uno de los chicos y salí corriendo (sólo hasta la esquina, porque al doblar ella ya podía verme y eso hubiera sido humillante).
-Hola de nuevo! – le dije
-jajajajaja hola. – Gracias por venir
-No te preocupes, te ibas a aburrir acá esperando. – contesté
-Si, mi taxi no agarra.
A los 4 minutos su taxi de mierda apareció y tuvimos que despedirnos. Pero luego de eso continuamos hablando por mensajes hasta que amaneció.
Dormí cuando ya hacía luz en mi cuarto, con un pensamiento en la cabeza «si le gusto». En ese momento pensé en el agua, el alcohol, mi perro, su amiga la gorda, las hamburguesas que nunca compré, la camioneta de mi amigo, mi ropa negra y claro, Hércules. Que se convirtió desde entonces, en la mejor peli de Disney.
-Nos vemos mañana? – pregunté
-Si.