Seguía en la etapa de elocuencia virtual nocturna debido al trabajo y en mi intento de superar la karmática noche que tuve en mi última cita, abrí a la vieja inconfiable nuevamente y empecé a hablar con Gisela.
Gise era el ser más hablador con que me había topado en mundo Tinder. Y eso que mi nivel de actividad se había mantenido alto pese a los tropiezos y embarradas. Pero Gise era distinta. Parecía que realmente tenía mucho tiempo para contestar a mis mensajes porque no sólo los contestaba de inmediato, sino que de forma amplia y detallada. Debo confesar que ése interés elevó bastante mi ego y me mantuvo pendiente del contacto con ella. Independientemente de pensar en quedar con ella en una cita en vivo y en directo, creo que disfrutaba de tanta atención a distancia. Y claro! así sin romper la magia yo podía evitar ese momento en que al verla en persona le encuentro un defecto y sufro debido a mis crueles e inevitables criticas.
(Por supuesto que tengo problemas con eso y a mis 30 sería algo cobarde seguir culpando a mi crianza)
Empecé a hablar con ella también de día y se me hacía entretenido contarle algunas cosas tontas del trabajo. Cuando preguntaba por su día realmente no tenía mucho que contarme, solo algunas cosas graciosas que podrían haber sucedido en sus sesiones de fotos. Ella modelaba para algunas marcas de ropa, una de ellas algo conocida. Y de hecho algunas de sus fotos eran buenísimas. Pero era extraño, al ver sus fotos yo imaginaría a alguien muy atrevida, misteriosa, hasta de carácter fuerte. Sin embargo al hablar era muy sensible, tímida para tocar algunos temas y totalmente abierta con sus emociones.
Al terminar la semana viaje de retorno a mi ciudad y salí a tomar unos tragos con dos amigos. Uno de ellos muy cercano, de hecho compañero de infancia, me habla de una chica que acababa de agregar a instagram luego de haber estado hablando por Tinder.
-A ver!!!!!!!! – Le dije apurándolo.
-Mira mira mira, es ella. – (Me mostró su pantalla del celular)
-ESPERA. Puta madre. Yo también hablo con ella.- le dije riendo.
-Pero como va a ser?! tu no estabas lejos?? – El SI estaba alterado
-Si si, pero hicimos match antes de que vaya a mi ultimo viaje. -Contesté con voz de culpa.
-Tu siempre en Tinder!! ya bueno quédatela tu. Tampoco es que a mi me hable mucho.
En ese momento me detuve un momento a solicitar que retomemos la claridad del asunto, que solo era una chica que ni siquiera conocemos y que simplemente era muy tonto que él o yo creamos que tenemos la facultad de decidir acerca de cualquier cosa sobre ella. Francamente su reacción se me hacía un poco salvaje pero entendía la frustración por amargarle el chisme y el ego.
Recuerdo que luego de esa conversación intenté hablar un poco menos con Gise, pero ya nuestra dinámica era costumbre y ella rápidamente volvió a despertar mi elocuencia.
Pasaban los días y me animé a preguntarle si quería conocerme, literal fue así:
-Oye Gise, quieres conocerme? (como publicidad de prostituta).
-Éste viernes harás algo? – contestó ella
Y quedamos para el viernes.
Yo acababa de conocer un bar que me había encantado por el buen vino (sobretodo buen precio), música a volumen razonable y ambiente tipo europeo. Entonces le dije que conocía un bar AL QUE VOY SIEMPRE y que podríamos encontrarnos ahí.
Un día antes fui por mi cuenta a la barra (mi segunda vez ahí), me pedí una copa de vino de la casa y le hice conversación a una de las meseras y al barman. Intentando que naturalmente recordaran mi nombre y yo esforzándome por grabar el de ellos. Eso me daría un gramo mas de comodidad para mi cita del día siguiente.
Ya era viernes y yo me dirigía al bar para encontrarme con Gise. Ese día fue raro, no hablamos casi nada. (Y NO ES LA PRIMERA VEZ QUE ME PASA. Parece que el día del encuentro muchas personas prefieren tomar distancia para permitirse tener más expectativa o para no hacer un choque de ilusion con desilución, osea estar texteando y levantar la mirada para ver una realidad que no te gusta al momento del encuentro debe ser incomodo).
Recibí un ultimo mensaje esa noche.
-Oye, llegué. Voy a sentarme a esperarte antes de que se llene el bar.
A los pocos minutos entré con emoción y vi a una chica de blanco, con el pelo hacia un lado. La vi a unas mesas de distancia y tuve unos segundos para hacer un escaneo flash y saber si me gustaba. Me gustaba, mucho!
También me tropecé con una silla vacía. Pero felizmente no se había percatado que me acercaba todavía.
Al sentarme a su lado pedí la carta y le dije empezamos con vino?? (estaba feliz de que fuera guapa y no tenia problema en gastar mi dinero).
Inicié la conversación intentando darle algo de humor y le conté algunos de mis fracasos en citas de Tinder. Ella se veía muy satisfecha de escucharlos. Sobretodo porque de forma indirecta eran realmente halagos para ella y eso yo lo sabía.
Una vez que acabé los relatos de los que sí podía comentarle, le dí pie a hablar de cosas un poco más valiosas para conocernos. Sin embargo ella parecía estar muy cómoda hablando de temas más superficiales y eso me confundía un poco. Una cosa era yo halagándole indirectamente y otra muy distinta era ella adornándose con palabras. Pero parecía no notar que eso no se me hacía para nada atractivo.
Sí, eres modelo. Sí, vives del dinero que te pagan por tomarte fotos. Pero y?? Mis temas con las exigencias físicas eran un primer filtro pero necesito contenido para continuar la dinámica.
Pronto pedí la segunda botella de vino y empecé a prestarle más atención al sabor del vino que a lo que Gisela decía. Y diré que el vino realmente merecía ser disfrutado, estaba muy bueno.
En mis intentos por hablar de algo que nos interese a ambas partes, empezamos a hablar sobre películas y a reírnos un poco. No era el tipo de conversación al que acostumbro pero el ambiente estaba más cómodo y yo había decidido tomar rápido y disimuladamente para ser quien aproveche mejor esa segunda botella.
Casi por acabar recibo una llamada de Josefa, que andaba en otro bar un poco más bullero, a unas cuadras de ahí, con otras amigas.
-Gise, quieres ir a una fiesta?
-Normal, vamos.
Llegamos y pude notar que Gise andaba un poco inquieta. Se me ocurrió que tal vez quería que le invite un trago, pero ya le había invitado dos botellas, no me venía mal que a ella se le ocurra invitarme uno a mi, no? Así que no hice absolutamente nada con esa idea.
Mientras me movía de lado a lado con la música, hice un salud con mis amigos y de reojo vi a Gise buscando cruzar miradas con otras personas del bar. (No es la primera vez que me topo con una chica que tiene una forma algo retorcida de inquietar a su cita para que le preste atención). Y cuando eso me sucede hago esto:
Me alejo a saludar a algunas personas con mucho ánimo, la ignoro por varios minutos de forma notoria y luego le doy mi total atención con sonrisa relajada. Si le interesas a esa persona lo más probable es que se deje de idioteces y comparta el tiempo contigo como se supone que realmente quiere pero teme demostrar.
Minutos después de eso me pidió que la acompañe al baño y fui siguiéndola mientras le tocaba los hombros amicalmente (quería frustrarla un poco para que ella diera el primer paso y así lo hizo), justo antes de llegar al baño me empujó a una de las esquinas del bar y me besó como diciendo “en tu puta vida me vuelvas a llevar amicalmente de los hombros”. Claro que yo tenía mucho alcohol encima, pero una vez más corrobore que los virgo son besadores por excelencia. Además me había hecho una llave maestra con un solo brazo, haciendo que la parte interna del codo me jalara hacia ella con muchas ganas.
Abrí los ojos unos segundos y ví a Josefa haciéndome un gesto de aprobación con la mano como si fuera su mounstruosa creación haciendo su macabra voluntad.
Habiendo calmado nuestras ganas de besarnos, me agarró de la mano para volver al grupo. Decidí pasar por alto el hecho de que me tuviera de la mano a partir de habernos besado, prefería no sobreanalizar nada esa noche en la que andábamos todos muy tomados.
Llegaron dos amigas suyas y una de ellas me generó antipatía de forma automática cuando al saludarme amenazó con un: “no quiero que le hagas daño a mi amiga ah!” (regresé a los 15 y no me enteré)
Hice como que no escuché la amenaza y me acerqué a la otra amiga a conversar. Ella era otra cosa!! Tenía una pinta entre nerd y hippie muy muy natural y al hablar con ella noté que a pesar de parecer tímida, era muy suelta para hablar y muy aguda también. Rápidamente nos estábamos burlando de la propia gente con la que estábamos, mientras tanto Gise se había ido a bailar con la antipática de Pepita (no recuerdo su nombre y no merece que le invente uno).
Sin embargo, mi nueva amiga, Cinthia, andaba viendo su celular constantemente, parecía que esperaba a alguien y sentí que debía irme a dar una vuelta para darle oportunidad de buscar a quien fuese que estuviera esperando y no se sienta obligada a estar conmigo.
Fui a bailar con Gise y tenía un ritmo muy original que merecía ser visto. Me causaba mucha gracia y era divertido tener esa clase de actividad con ella. (porque de hablar ni vergas, eso me había quedado claro).
Vi a Josefa hablando con un tipo bastante guapo y le hice el mismo gesto estilo “bien mascota” que me hizo una hora antes a mi.
Luego de bailar varias canciones, estábamos nuevamente en círculo como autómatas y sentí que me pasaban la voz. Era Cinthia, con cara de traviesa. Me llamaba para que la siga a uno de los ambientes del bar. (Por la interacción a lo largo de la noche pude notar que Cinthia realmente no era amiga de Gise, sino de Pepita).
La seguí y sacó una bolsita de papel que tenía escondida atrás suyo.
-Uy! Comida??? – pregunté
-Bueno, si algo así. Te gustan los dulces? –Me dijo abriendo la bolsa
-Brownies!! Me estás invitando?
-Solo si quieres. –respondió riendo
Empezamos a comer ambos, parecía que hubiéramos reventado recién la piñata. Yo terminé el mío y comí medio más porque estaba buenísimo, mientras me contaba que desde hacía buen rato que coordinaba con una amiga suya que estaba en la fiesta para que se los entregue.
-Ah!! Por eso veías a cada rato tu celular mientras hablábamos. Pensé que te estaba aburriendo. – Le dije con total confianza.
-jajajaja discúlpame, es que ya había pagado por estos brownies. – Respondió
Volvimos al grupo juntos, estábamos drogados y era hermoso. Solo ella y yo sabíamos lo que habíamos hecho, nadie más que nosotros entendía nuestras bromas, bailábamos igual y reíamos igual. Por momentos nos comentábamos algo en secreto que no era un secreto realmente, como reafirmando nuestra complicidad una y otra vez.
Fue lo más parecido al amor en el más corto tiempo.
Mientras tanto, Gise se acomodaba el cabello para salir en las fotos de la página del bar.