Retornamos a la figura del mítico Tino Casal, tras haber analizado casi hace un año su disco “Hielo Rojo” de 1984, para centrarnos en lo que fue su verdadero debut en solitario. Y hablo de verdadero debut, debido a que los singles “Olvidar, recordar” y “Emborráchate”, editados en la 2ª mitad de los años 70 después de que Tino se desvinculara de Los Archiduques, poco o nada tendrán que ver con la trayectoria moderna musical de este inimitable genial artista asturiano.
Esa discografía o etapa moderna de Tino Casal, que abarca desde comienzos de los 80 hasta su triste desaparición el 22 de septiembre de 1991, está ineludiblemente asociada al periodista, músico y productor Julián Ruiz, que sería quien se haría cargo de la producción de los trabajos de Casal y que parece que jugó un papel importante en ayudar a Tino a dar forma a ese torrente de ingenio y novedad que tenía dentro de sí.
Los numerosos viajes que Tino hizo en la década de los 70 a Londres fueron fraguando o, mejor dicho, consolidando las formas o maneras que Tino apuntaba desde un inicio, acusándolas o marcándolas más. Con ello, el paso definitivo y decidido lo daría Tino en 1981 con el lanzamiento de su lp “Neocasal”, que además de incluir algún que otro pequeño clásico del imaginario musical español como por ejemplo es “Champú de huevo”, ofreció un conjunto de canciones sin altibajos, realmente bueno. Quizás peque de inconsistencia, pero eso lo iré explicando a lo largo del resumen de la obra o en el final del artículo en las conclusiones.
El disco abre fuego con un genial tema llamado “Tokio”. Estamos ante un tema con una envoltura de fantasía e ilusión en el sentir que transmite, que nos introduce de alguna forma en ese universo particular que Casal va a ir creando de aquí en adelante en sus canciones. La música electrónica se presenta de igual forma, ya que Tino será uno de los pesos pesados de estas tendencias, aunque a día de hoy sea más reconocido en forma general que en particular por su aportación al techno pop. Luego se dispone el ejercicio pop de “Champú de huevo”, con esa letra llena de reproches por parte de Tino al final de una relación, visto en ese puente “dices que te vas, que es más alto que yo. Me cambias por un Frankenstein…”, el cual ya forma parte de la memoria de los seguidores de Tino de forma ineludible. Cambiamos de tercio con la balada “Love me tonight”, una de las piezas más delicadas de la trayectoria de Tino, que está compuesta a la par con Julián Ruiz. La historia descrita puede ser fácilmente aplicable a Tino y a algún amor juvenil que tuviera, lo cual podemos intuir en partes como “… aún era un niño, tú casi una mujer…”. Un buen tema este “Love me tonight” para luego volver a girar 180 grados estilísticamente con la medio punk, medio electrónica “Billy Boy”. Los arreglos sintéticos están presentes en este tema acelerado, que no en vano homenajea al por entonces líder de los Generation X Billy Idol. Tino se mueve en el micrófono en unos registros muy agudos en ciertas partes. Con “Billy Boy” apreciamos que la variedad es la tónica general en la textura de los temas que forman parte de “Neocasal”, y eso es lo que en parte confiere al disco una sensación de que nos encontremos más que ante un disco de estudio ante un recopilatorio de temas sueltos; de ahí su ligera falta de consistencia que personalmente estimo tiene, lo cual no considero para nada un aspecto negativo, no quiero que se malinterpreten mis palabras o reflexiones. No sabría decir si la 5ª pista “Aquí en Viena” es a día de hoy mi favorita de la obra. Sus arreglos de regusto clásico y esos coros que incluye, cercanos a la música melódico-ligera, forman un binomio sonoro sencillamente espectacular y maravilloso. Es una delicia como Tino nos introduce con esas primeras frases de la letra en esta pieza que tan alta intensidad adquiere en el estribillo.El disco prosigue insistiendo en ofrecer variedad, y ahora es el turno del rock con tintes de glam con “Stupid boy”, canción que contó con la colaboración de la por entonces novia de Tino, Pepa Ojanguren, como inestimable compañera a la hora de ensamblar esa letra en inglés, que tiene tintes tan surrealistas. Como curiosidad, es impagable el solo de saxo que ofrece Luís Cobos en una interpretación en directo de la misma en un concierto benéfico para las víctimas del aceite de colza. En ciertos momentos “Stupid boy” nos ofrece un carácter hipnótico por el ir y venir de sus notas tanto instrumentales como vocales a cargo de Tino. Otro gran tema, la verdad. El disco también ofrece un par de versiones, siendo la primera de ellas la plausible revisión de “Life on Mars?” de Bowie, en la que el tema quizás suena más intenso que el original de Bowie. Decir que ésta supera el original quizás roce el sacrilegio, por lo que solamente diré que Tino Casal salió más que airoso y digno a la hora de afrontar el hecho de versionar este ítem inmortal del gran Duque Blanco. “Goodnight Hollywood” ofrece ciertas secciones interesantes instrumentales, como la del inicio. Es un tema llevadero, con un buen ritmo, en el que se introducen unos coros con efectos de vocoder algo graciosos. Se termina con la revisión de “White room” de Cream, concretada o traducida en “Blanca estancia”. Aquí, en lugar de hacer como con “Life on Mars?”, se produce la adaptación al español, y Tino consigue sellar una más que aceptable versión de esta canción. Por su carácter creo que es un buen broche final el lp.
Estábamos en 1981 y la mayoría de los grupos clave de la movida madrileña estaban en pañales o en anteproyectos, todavía alejados de las tendencias y sonidos arriesgados que les concederían a la larga su buena y relevante reputación histórica. Sin embargo, Tino Casal se adelantaba a todos sellando este “Neocasal” con interesantes nuevas formas musicales. “Champú de huevo” sería la canción que asumió el papel de abanderada y a la larga el extracto más recordado de “Neocasal”.
El disco que hoy hemos analizado me gustó desde su 1ª escucha, y a día de hoy me sigue pareciendo muy bueno. Lo que sí he apreciado con el paso de las escuchas, es que más que un lp, tiene un sentir de conjunto cercano al recopilatorio. Quiero decir que opino que le falta consistencia en su carácter global. Es probable que el hecho de ser la carta de presentación del nuevo Casal (evidencia vista de forma directa en el título del disco), hiciera que Tino ofreciera una colección de temas muy variados y distintos en su sonido, para demostrar al público su nuevo enfoque, más allá de preocuparse de si el conjunto de temas tuvieran consistencia o no. En el 2º paso que sería Etiqueta Negra, este aspecto se vería solventado de sobra, y el álbum ofrece una sensación de unidad musical férrea y consistente.
Sin embargo, este carácter heterogéneo y algo disperso, puede ser un punto de apoyo para todos aquellos que les guste escuchar música de forma suelta o dispersa, más que de una forma metódica y cartesiana como la que defiendo aquí semana tras semana, que es la de acceder a un disco y oírlo de cabo a rabo. En todo caso, más allá de estas consideraciones, el disco es de notable alto y se puede escuchar de principio a fin sin necesidad de saltarse un solo tema. Además, es muy ligero y cuando quieres darte cuenta, ya estás escuchando esos alaridos que de cuando en cuando Casal suelta en “Blanca estancia”.
Su portada, con una genial fotografía de Tino de perfil empuñando su enorme guitarra y con un look muy rockero, con un gran flequillo y rotundo bigote, inevitablemente llama la atención. Casal daba su primer paso en 1981 para convertirse en lo que es a día de hoy: un reputado artista y un innovador dentro del mundo de la música de nuestro país. En 1983 remataría la jugada con el ya citado “Etiqueta Negra”, y sobre todo con “Embrujada” como single. El resto ya es leyenda. Ya comenté el año pasado en el post sobre “Hielo Rojo” que estimo que Tino no está lo suficientemente valorado, o mejor dicho, no es lo suficientemente recordado a día de hoy. Desde aquí seguiremos rindiendo tributo a su figura mientras nos queden discos suyos por comentar; aún tenemos 3 por delante, así que ya saben.