Foto: Archivo
En la cuna del cristianismo se asesina a diario. Jesucristo sigue en la cruz: impotente ante los verdugos de un pueblo indefenso víctima de las bombas, las minas, las balas y el hambre. El irascible e inmisericorde dios del viejo testamento, sediento de sangre y lleno de odio, se impone —con la pasividad cómplice de Europa y Estados Unidos— sobre los humildes, encarnado en el Estado nazi de Israel.
En el reino norteño de Donald Trump I, la involución sigue su curso. Como los reyes católicos, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, que en el siglo XVI desterraron la cultura, el arte, la manufactura, la filosofía y la ciencia, al perseguir y expulsar de España a moros y judíos no conversos, el emperador color zanahoria atenta contra la base económica de su país espantando la mano de obra en todos los sectores, especialmente en los de la construcción, agricultura, comercio y servicios.
En nombre de todo tipo de fe se han quemado personas, libros, documentos, imágenes y monumentos. En la Alemania nazi eran costumbre las hogueras de textos, práctica que imitó el Chile de Augusto Pinochet. En Estados Unidos, desde 2021 se han registrado casi 22 mil casos de prohibición de obras.
Solamente en el año escolar en curso está por alcanzarse la cifra 7 mil hechos que afectan a unos 4 mil autores. Por cierto, el récord lo exhibe Florida, estado donde tiene su base política el troglodita secretario de Estado, Marco Rubio. El amor en los tiempos de cólera, de Gabriel García Márquez; La Naranja Mecánica, de Anthony Burgess, y el Diario de Ana Frank, son algunos de los “peligrosísimos” volúmenes censurados. La cultura puede ser subversiva para los puritanos y conservadores.
En Argentina y Grecia se promueven leyes para elevar la edad de jubilación y extender el horario laboral hasta 12 horas. Intentan borrar, una vez más, el legado de los mártires de Chicago de 1886. En el país de la Estatua de la Libertad hay grupo de opinión trumpista que promueve el fin del voto femenino. Y en Libia, luego de la intervención de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, revivieron la venta de seres humanos como esclavos.
Hay que hacer fuerza para que la Tierra no gire al revés.
Alfredo Carquez Saavedra
Caracas
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