No es afán coleccionista. Al menos no es sólo eso. No hay dos iguales y cuantas más tintas pruebas y conoces, reparas en que te faltan algunas más. De la tintas marrones ya hablé en una entrada anterior. Falta hablar de las negras, azules, rojas-granates y de algunos otros colores menos frecuentes. Ya llegaremos.Quien tenga interés en el tema, puede visitar el foro de tintas de Fountain pen network, donde se analizan cientos de ellas, igual que en Glenn's pens. Para relamerse. Para analizar tantas es necesario tener patrocinador que las proporcione para su examen o una cuenta corriente poco corriente, que no es mi caso.
Verdes tengo varias. Que yo recuerde, porque no voy a ponerme ahora a buscarlas, la Waterman, Amazon de Caran D'Ache, Emerald de Parker, ya descatalogada, Fern green de Standardgraph y alguna más seguramente. Tengo que comprarme una vitrina para tenerlas juntas, a mano y verlas, sobre todo desde que les ha dado a algunos fabricantes por envasarlas en frascos de cristal de Murano y cobrar más de 30 euros por 50 cl. A 600 euros el litro. Esperemos que Chanel no se ponga a hacer tintas. Las que tengo tienen hermosos y diferente colores , que por eso las compré. Pero me faltaba una más sobria, más rojiza, oliva, menos vibrante y pintureras que las que ya tengo. (La Waterman es más azulada turquesa). Bueno, pues la he encontrado. De la serie Cálamo de Stipula, llamada Moss green, verde Muschiato, es decir, verde musgo. La tengo una semana y no sé cómo he vivido 59 años sin ella. Tiene matices marrones, rojizos y se lleva de maravilla con un marrón como el Café des Îles de Herbin.
La necesitaba porque últimamente dibujo árboles y flores con tintas y estilográficas, diluyendo luego con pincel y agua con la técnica ya explicada. Los tres dibujos anteriores llevan esa tinta, además de la marrón de Herbin y la negra de Waterman. Esta tinta no me gustaba para escribir ni dibujar porque tiende a derivar a tonos azulados cuando se diluye, lo que ha resultado maravilloso mezclada con los marrones cálidos, dando matices verdes, azulados que añaden muchas posibilidades sin aumentar el número de tintas. Para usar más de tres o cuatro, es preferible la acuarela. Las tintas proporionan tanta transparencia como ellas, pero responden diferente. Desde ahora esta tinta de Stipula me va a resultar imprescindible. En el primer dibujo se ve ese efecto azulado de la Waterman diluida. En combinación con las otras dos se consiguen unos tonos armoniosos, que recuerdan algunas ilustraciones de cuentos del siglo pasado. El resultado al secar parece impreso.
Probando estas tintas, junto con la Borgogna dark red, otra adquisición reciente, también de Stipula, intenté con escaso éxito dibujar mi violeta africana con esa tinta granate para el dorso de las hojas. Como no tenía a mano mi violeta de Waterman, pinté con acuarela las flores, aún sin terminar.
En la fotografía anterior se ven casi todos los materiales utillizados en esta entrada. Plumas hay cuatro: de derecha a izquierda: Pelikan 200, tajo itálica con tinta verde; Pluma china con marrón Herbin, Montblanc Meisterstück con azul Saphire de Pelikan o Quink de Parker, según los días, y Osmiroid con tajo Coperplate con tinta negra Lamy. No sale en la foto la pluma Lamy Safari con la tinta azul Waterman. El tintero Parker de la foto contiene tinta Quink, no la de la serie Penman original, de tono intensisimo, precioso, que Parker hubo de abandonar después de atascar todas las estilográficas que se acercaban a esas tintas con tendencia a espesar y secarse. Con plumilla son maravillosas. De esa serie conservo dos tinteros de verde esmeralda, uno sin estrenar y los últimos restos de un azul Saphire. Deben tener unos veinte años. Sufro al pensar que en mi casa llevan escondiéndose de mi desde entonces un tintero negro Ebony y otro marrón Moka. Antes o después daré con ellos. En el centro los dos pinceles utilizados: Dos Escodas maravillosos. Uno ya lo tenía hace tiempo, de petit gris con mechón largo y afilado, con la punta en un lado, no en el centro. Para las líneas más finas y determinados trazos a los que da una expresividad increíble. El otro otra reciente y afortunada incorporación: el Escoda ÚLTIMO, de la serie dedicada a Cembranelli. Perfecta sustitución del petit gris por una fibra artificial. Suave, capaz de retener tanta agua como la fibra natural a la que sustituye y con una punta que permite pintar toda la acuarela con un solo pincel. Dos maravillas de pincel, cosa habitual en Escoda.
Animado por los tonos y mezclas conseguidos con sólo tres o cuatro tintas, me lanzo a hacer una acuarelilla, también con pocos colores. Ultramar, verde Hooker, siena tostado, amarillo y gris Payne. Otra vez a sufrir. Incapaz de parar a tiempo, tratando de separar planos, acabo donde siempre. Se ha perdido la transparencia que tenía, sin conseguir marcar planos ni distancias, ha habido que recurrir a oscurecer los verdes más de lo deseable y se ha dejado allí porque la cosa iba a peor. Recordando a la madre de Boabdil el chico, me he dicho —"Arregla con el Photoshop lo que no has sabido hacer con los pinceles". Devuelvo a algunas zonas la claridad perdida que ahora puedo bañar de ultramar sin oscurecerlo aún más, realzo otras zonas y defino la calle y el primer plano. Aún así no es lo que se pretendía. Como estas cosas se hacen para disfrutar y aprender, me reniego y amonesto a mí mismo, aunque de forma bondadosa y comprensiva y me digo, aunque sé que no, que la próxima vez no caeré en mis errores habituales.
