Enrique Falcó. Tintinólogo.
- Tintín en el Congo, con diferencia, junto a Los Soviets y a Tintín en América uno de los ejemplares de los que guardo menor interés de mi querido reportero.
También la doble aventura de "El Secreto del Unicornio” y “El Tesoro de Rackham El Rojo” que me maravillaban y devoraba como unas 150 veces al cabo de la semana. La historia del Congo sin embargo apenas la habré leído una docena de veces en mi vida, y no miento si comparto con ustedes que junto a “Tintín en el país de los Soviet”, y quizás “Tintín en América” es uno de los cómics del periodista (el mejor periodista del mundo entero) que considero prescindible para todo aquel que quiera descubrir la magia de la mayor creación de Hergé.
Jamás recomendaría su lectura a un joven ávido de adentrarse en el fascinante universo del simpático reportero del mechón, porque como en toda fase de un gran artista, los comienzos no son sino la base donde se han de forjar sus mayores éxitos en el futuro.
- El bravo Tintín nunca cedió al desánimo para encontrar a su querido amigo Tchang al que todos daban por muerto.
La primera vez que pude disfrutar de su lectura no fue sino en la biblioteca de mi colegio, El General Navarro de Badajoz.
No se me olvidará nunca que mi amigo Adolfo Campini, gran aficionado también a sus aventuras, se me adelantó y tuvieron que pasar varios días para que lo devolviera y pudiera tomarlo prestado. No me agradó especialmente.
Los congoleses aparecen reflejados como un poco idiotas la verdad. Llaman a Tintín “Siñor” y éste los engaña y domina con excesiva facilidad. El maltrato a los animales es otro de los temas que no me hace ni puñetera gracia. Nunca me imaginé que Tintín pudiera sentir afición por la caza ni aniquilar de forma tan salvaje e innecesaria a un rinoceronte con dinamita como ocurre en el álbum. Algo que jamás permitiría el Tintín de “La Isla Negra” cuyo “monstruo”, el gorila Ranko, quien atemorizaba a los visitantes de las ruinas del Castillo de Ben More, lloraba desconsolado cuando se despedía del noble Tintín, quien lo liberó de sus opresores y lo donó al Zoo de Glasgow. O aquel Tintín que no podía evitar las lágrimas mientras creía que los malvados secuaces de Rastapopoulos habían asesinado a balazos a su querido perro Milú en “Vuelo 714 para Sidney”.
- Tintín, el bravo y valroso periodista, siempre deja huella por donde pasa.
El del Congo no es más que el resultado de una serie de circunstancias en las que George Remí se vio envuelto a principio del año 30.
El antiguo y vasto Congo Belga, el actual Congo, necesitaba promoción, y nadie más apropiado que el famoso reportero Tintín para suscitar el interés de los jóvenes Belgas. El problema fue, que al contrario de lo que ocurriría años más tarde, donde la documentación de Hergé era tan exquisita como enfermiza, el conocimiento sobre el tema a tratar era prácticamente nulo y Hergé se vio obligado a basarse en antiguos prejuicios de la época, tan lamentables como desafortunados.
Él mismo catalogaría años más tarde aquel suceso como un error de juventud.Aun así, mi menda animaría a su lectura una vez disfrutado algunas de sus más épicas aventuras, como curiosidad, como el principio de la forja del mito. Y de acuerdo que quizás el álbum de Hergé es infantilista, racista, paternalista, y muestra una imagen imposible de un país y una raza, pero aun así es necesario para la transformación de un personaje que vuelve loco a millones de personas desde hace más de 80 años.
Lamentablemente, dicho cómic se enfrenta desde el pasado viernes a un juicio por racismo ante un tribunal belga, animado por un (supongo) aburrido y ofendidísimo ciudadano congolés que reclama la prohibición de la obra o la introducción de un mensaje de advertencia sobre su contenido.
¡Qué vergüenza! Al bravísimo, noble y valeroso Tintín lo quieren condenar por un desliz de su creador cuando éste contaba tan solo con 23 años. De nada sirve que se jugara la vida en “El Loto Azul” para salvar a su joven amigo chino Tchang de morir ahogado en un río, o sortear mil peligros para volver a rescatarlo de un accidente aéreo en las cimas nevadas del Himalaya, viéndoselas incluso con el legendario Yeti, el abominable hombre de las nieves. Tampoco que limpiara Chicago de Gansters y que acabara con el mismo Al Capone.
En ningún momento mostrarán clemencia al intrépido Tintín por haber sido el primer hombre en pisar la Luna, o por acabar con el tráfico de Opio en Shangai. No obtendrá ningún trato especial ni de favor alguno por ayudar a S.M. Muskar XII a recuperar el Cetro de Ottokar y evitar así un golpe de estado en Sildavia. ¡Parece mentira que quieran condenar por racista al mismo Tintín que salvó a un grupo de africanos de ser vendidos como esclavos cuando acudían en peregrinación a La meca!
Allá ese ciudadano congolés con su conciencia en su afán por condenar a quien es un ejemplo a seguir para los hombres.
Esperemos que la justicia no flaquee y el gran Tintín pueda salir indemne del daño y limpiar aún más su buen nombre.
¡Lo siguiente será una denuncia por maltrato infantil por la merecida azotaina que Tintín le propina al “corderito de azúcar” Abdallah en “Tintín en el país del oro negro"!No hay vuelta de hoja. Ni debate alguno. Tintín es inocente. “Yo incluso añadiré algo más mi querido Hernández. No hay salsa de soja ni petate alguno, pues es inocente Tintín”.
Publicado en Diario HOY el 02/10/2011