Cada vez tengo mas claro que una de las peores características para triunfar en la vida, es haber nacido listo. Y que conste que lo se por experiencias ajenas.
Las investigaciones generalmente señalan que el nivel de inteligencia no garantiza una adecuada carrera académica o profesional. Los superdotados tienden a fracasar en los estudios, se aburren. Y en la empresa crean rechazo, son vistos como un elemento extraño por los demás, que, al no entenderles, les consideran “raritos” o amenaza. Se de una organización, aterrorizada, porque nunca saben “por dónde” va a salir el jefe, y éste desborda y anula a los demás. Más problemas, a un tonto, lo echas y listo, “es que es tonto”. A un inteligente incompetente, dudas y vacilas porque no entiendes como alguien de tanta capacidad esta dando tan malos resultados. Terminas valorando al coche por la carrocería, y no por su rendimiento en carretera.
Y eso en cuanto a factores ajenos. Los propios también contribuyen. He conocido a listos que se desesperaban porque en su organización “no les seguían”, otros que fijaban una meta, y al mes la consideraban obsoleta. Cambios permanentes. Unos terceros a los que su inteligencia les hacia fijar metas que sus capacidades eran incapaces de lograr. Por no hablar de esos que convierten toda conversación en una batalla, en la que demostrar la superioridad de su intelecto sobre el contrincante. Recuerdo una conversación donde un jefe, muy brillante, dejó pasar cómo corregir el destrozo realizado por un subordinado, y puso todo su empeño en demostrar a éste la validez y anticipación de sus argumentos sobre el problema – que sigue sin resolver.
Factores externos e internos hace que gente muy inteligente… puedan ser grandes incompetentes. Y eso es terrible, porque un listo incompetente suele ser mucho más peligroso que un tonto incompetente. Estoy pensando en dos ejemplos concretos. Uno de ellos, ha orientado toda su capacidad a la crítica. Nada de lo que se hace en su empresa, está bien. Y como es capaz, encuentra con facilidad argumentos que lo demuestran. Y no es que no tenga razón, que muchas veces la tiene, pero criticar desde un despacho protegido, guardándose siempre la ropa, y paralizando todo lo que pasa por sus manos porque “no es lo que habría que hacer”, no es el mejor panorama. El otro es aún peor. Es el segundo en una empresa de tamaño mediano. Tienen una imagen de lo que la empresa debe ser. Y quiere imponérsela al primero. Éste, tiene cualidades de líder, la gente le sigue. El “listo” no las tiene, la gente le rechaza. Y para compensar, intenta convertir al otro en su marioneta, con los consiguientes enfrentamientos. ¿Que por qué no le echan? Pues porque ha logrado monopolizar un área, la ha convertido en su reducto de poder, y desde ella controla la casa.
Hay más modelos dentro de este perfil. El que vive su mundo, y pasa de los demás, el que esta fuera de la realidad, el iluminado que busca metas quizás válidas pero demasiado abstractas para los demás, el que se siente fracasado porque no ha llegado a donde su inteligencia debía llevarle, el pedante que desprecia a los demás, el vanidoso que desea y pide admiración constante y orienta su acción en función del brillo que le aporte. Todo esto también lo hacen los tontos, cierto. Pero los listos lo hacen con “más profundidad”.
Si, ya se, todo el mundo dice eso de que busca “talento”, pero esa palabra significa algo distinto para cada cual que la maneja. Y “el talento”, en estado puro, es muy difícil de asimilar. Talentitos, suelen ser mas cómodos.
Esto es como todo, si tienes un cuchillo, aprende a usarlo. Pero si es de los muy afilados, ten mucho cuidado porque su capacidad para cortar… te puede costar una mano. Los inteligentes “con talento” son imprescindibles. Pero la frontera entre genio y locura es muy tenue. Casi tan tenue como la de inteligente e incompetente.