El tío Quico era un viejo marinero que al final de su vida cobraba recibos de alquiler de las pescaderías de la Plaza, donde fraguó amistad con la pescadera La Chata. Salía por las tardes en su viejo bote a pescar en la bahía, pasando después por la tasca de Sarabia, famosa freíduría de pescado del Santander de aquella época, donde calmaba el reseco de los aires marinos con vino...