POR LO MENOS: debes consumir 6 a 8 vasos de agua al día, ya que ésta eliminara toxinas, humecta la piel dejándola bella y ayuda a controlar el apetito.
CONSUME DIARIAMENTE: productos que aporten fibras, tales como: frutas, verduras, cereales integrales y legumbres, ya que entre otros beneficios, regulan el colesterol y retardan la entrada de glucosa en la corriente sanguínea, reducen los desórdenes intestinales, y por si fuera poco , contribuyen a controlar la sensación del hambre y dan mayor saciedad a lo largo de la jornada.
INCLUYE: probióticos diariamente, ya que ingeridos en cantidades suficientes tienen afectos muy beneficiosos, tales como contribuir el equilibrio de la flora bacteriana intestinal y potenciar el sistema inmunológico. Estos son por ejemplo, los yogures frescos, leches fermentadas, etc.
ORDENA TUS INGESTAS: haciendo un buen desayuno, un almuerzo nutritivo, una merienda y una cena liviana.
VARIA TUS COMIDAS: no consumas siempre las mismas frutas y vegetales o el mimo tipo de carne.
EVITA: alimentos muy procesados ya que contienen muchas sales, conservantes y grasas.
DISMINUYE POCO A POCO: el consumo de azúcar y verás cómo tu alimentación irá siendo cada vez más saludable.
NO TE FRUSTRES: si no logras hacer todos los cambios en el mismo momento, fíjate metas realistas y así te sentirás más cómodo con los cambios.
DUERME: por lo menos 8 horas diarias. Dormir bien es fundamental para hombres y mujeres, te permite estar alerta, concentrarte, realizar bien tus actividades diarias y ser más tolerante.
MÁS MOVIMIENTO: es la clave. Camina al menos 30 minutos diarios, ya sea al aire libre, en el gimnasio, etc. Otro consejo es cambiar rutinas de manera sencilla, por ejemplo, toma la escalera en lugar del ascensor y por supuesto reducir las actividades sedentarias como las horas ante el televisor, computadora, etc.