Quizás fueron tus dedos perdidos entre mis piernas,
quizás la penumbra de tus labios en mis ojos.
Quizás el deseo de enroscarme entre tus vellos
y limpiarme la noche con tus jugos.
Quizás el no poder moverme atrapada por tu cuerpo
entrelazando el espacio que estrechamos,
o el sabor de sentirme mojada con tu lengua fresca.
No es frío lo que me tuerce los huesos.
Es derrochar mil momentos en uno y convertir tu recuerdo en desvelo.
