Tirone es épico.
En homenaje a Tirone González
(El Canserbero. 1988-2015)
Un equipo de sonido reproducía una canción de salsa vieja a todo volumen a tan solo dos casas del lugar. El bajo retumbaba casi tan fuerte como el corazón del joven que se miraba al espejo y hacía un esfuerzo por controlar los temblores de sus manos. Su nerviosismo estaba justificado, sabía que iba a correr sangre ese día.
Había llegado el momento de cumplir su juramento. Su alteración no era solo miedo, más que todo era rabia y rencor. Sabía que arriesgaba todo y no le importaba, su furia era mayor a la razón y se consolaba con saber que finalmente podría vengar a su hermano, tal como le había prometido a su padre en aquel funeral.
Se aseguró de que el arma prestada que tenía en la mano estuviese cargada, sintió por primera vez la euforia de la cocaína atravesar sus fosas nasales para controlar su temor y partió en su moto a encontrarse cara a cara con la muerte. Ojo por ojo, diente por diente.
Una banda de descarados se posaba tranquilamente en una esquina sin sospechar lo que les esperaba. La moto se aproximaba a toda velocidad y fue muy tarde cuando pudieron darse cuenta de que las balas les llovían, eran varios y pudieron defenderse, pero ya el chico había vaciado su pistola. Tirone cayó de un lado de la acera y se sentó recostado de una pared mientras las lágrimas de odio salían incontrolablemente de sus ojos, al igual que la sangre corría sin control desde sus heridas de bala.
Se escuchó una voz femenina en la cercanía, la voz más gloriosa que el joven podía escuchar… “Mataron a Carlos” decía la doña, mientras Tirone sonreía por haber cumplido su cometido. Un hijo menos de este mundo de piedra, pensó, y ahora él podría partir tranquilo hacia su destino.
Su vista se hacía borrosa y el frío se apoderaba de su cuerpo, se escuchaban sirenas y mucha confusión, pero poco a poco el ruido iba desapareciendo gradualmente hasta que solo el silencio se hizo presente. Una extraña calma se apoderó de él y al mirar a su lado, pudo ver su cuerpo desangrado en aquella acera. Supo de inmediato que su alma se encontraba todavía entre el cielo y la tierra.
Un delicioso olor a miel comenzó a invadir sus sentidos, una hermosa luz se posaba frente a él, rodeada por un majestuoso túnel que se dirigía hacia arriba. Desde atrás, un calor sofocante se aproximaba cada vez más. El joven giró la vista y observó llamas; flamas vivas y estrepitosas que se acercaban a él a gran velocidad. De inmediato corrió a todo pulmón hacia el celestial túnel, pero pronto sintió un par de enormes manos repletas de garras afiladas que lo halaron con fuerza hacia atrás y comenzó a caer en picada durante quién sabe cuánto tiempo hacia un abismo vaporoso y maloliente.
Finalmente cayó de espaldas sobre una enorme roca, que de haber estado vivo le habría dejado paralítico, por no decir muerto.
Un hombre viejo con túnica negra le esperaba sobre una antigua embarcación que flotaba sobre un río de lava ardiente. El viejo lo hizo subir al bote y navegaron mientras las almas torturadas golpeaban la barca intentando salvarse de su horrible sufrimiento.
Aquel engendro lo trasladó a golpes a una especie de corredor, en donde lo esperaba un enorme canino de tres cabezas. Tirone supo que había llegado el momento de sufrir, pero para su sorpresa la bestia comenzó a hablarle. Las tres cabezas le sonrieron y el animal era nada menos que Cerbero, el perro guardián del infierno. Sin embargo, agitó la cola de serpiente mientras saludaba a su tocayo, El Canserbero, a quién dijo no morder porque le gustaba su nombre de rapero.
Tirone sonrió, pues supo que dentro de aquel literal infierno, había tenido algo de suerte. Fortuna que no duraría mucho, pues poco después fue trasladado a punta de golpes y torturas hasta uno de los círculos del infierno, conformado por lo que parecía ser un lago de lava espesa y en la cual pudo observar que nadaban varias personas calcinándose por toda la eternidad.
“Por vengativo y asesino, te quemarás por siempre por toda la eternidad como castigo” – Dijo uno de los espectros antes de arrojarlo en aquella piscina hirviente. En medio de su sufrimiento giró la mirada a sus compañeros de tortura y sintió gran sorpresa al ver que la mayoría de los rostros le resultaban familiares. El Che Guevara aun usaba su boina, incluso nadando en el averno. Napoleón Bonaparte, Kennedy, Mao Tse Tung, Simón Bolívar y la reina Isabel eran algunas de las personalidades que figuraban en la lista.
El Can estaba confundido. ¿Por qué había tantas buenas personas en ese oscuro lugar? ¿Era que cualquiera podía ser enviado al infierno, o acaso tan afamados personajes habían cometido malas acciones durante sus vidas? No era momento de pensar en ello, total, por algo estarían allí. Lo que si debía pensar el joven era en alguna forma de escapar de esa situación.
En su afán de huir del infierno el chico recordó un antiguo cuento musical proveniente de Venezuela, la tierra que pare machos. Había un precedente de un coplero que había vencido a Satanás, el hombre se llamaba Florentino, y aquella contienda había ocurrido en algún lugar de los llanos venezolanos mucho tiempo atrás. Canserbero, en su lógica escéptica pensó que eso era solo un cuento. Sin embargo, no se podía negar que si había alguna manera de escapar del averno, probablemente era esa.
Tirone comenzó a vociferar por días enteros. Por varias semanas gritaba sin cesar que el demonio podía ser más hábil que él en cualquier cosa, menos en el arte de rapear. Esas semanas se convirtieron en meses, pero el chico era perseverante y muy bueno. Escupía rimas sin parar, retando a Lucifer y todos sus secuaces hasta que finalmente uno de los demonios más peligrosos del infierno, conocido como “Cizaña” se apareció en la cámara de Satanás…
Su majestad… – Dijo el monstruo mientras se arrodillaba ante el ángel caído. – Se rumora que hay un chico en uno de los círculos que puede rapear…-
Si de algo estoy seguro, Cizaña, es que en el infierno hay muchos raperos… – Respondió el señor de las tinieblas con tono sarcástico…
-Lo sé, majestad pero… Dicen que este joven es mejor que cualquiera, incluso mejor que usted…
¡Nadie es mejor que yo en nada! – Gritó Satanás con seguridad. – De inmediato iré a verlo y te lo demostraré…
El diablo se presentó en el círculo en donde estaba el joven rapero, observó a su contendiente de arriba abajo y le dijo que aceptaba su reto. Sin embargo, había que ponerle emoción al trato. Si ganaba podría irse del infierno, si perdía, no solamente debería quedarse en el averno por toda la eternidad, sino que su padre vendría con él.
Tirone sabía que encontraba en un grave predicamento. Si ganaba podría salir, pero si perdía condenaría a la persona que más quería en el mundo a una eternidad de tortura y sufrimiento.
Lo pensó por unos segundos, pero su alma valiente, guerrera y venezolana salió a relucir. Sabía que era hora de enfrentar el reto y confiaba en el don que Dios le había dado y que solo Dios podía quitarle.
Todas las ánimas del hades se reunieron en un enorme círculo alrededor de los retadores y comenzó la batalla…
El diablo inició la contienda, haciendo uso de su vasta experiencia sobre la pista que retumbaba aun en las más lejanas y mugrientas cuevas del averno. Canserbero respondió de forma clara y contundente a cada verso que el diablo escupía. Ambos hicieron gala de un impresionante despliegue lirical que se extendió por varios minutos, pero finalmente Tirone lo hizo retroceder con la siguiente rima:
“Dudar y no creer es algo muy distinto…
Y si dudo de Dios es porque no lo he visto…
Aun así insisto, en recalcarte lo que contigo aprendí…
Que reyes habrán muchos pero siempre tienes que ir a ti”
Belcebú se retiró de mala gana mientras el corazón del joven latía de nuevo a toda capacidad, pronto Tirone perdió el conocimiento. Al abrir los ojos se encontraba en la sala de un hospital. No solo había vuelto a la vida, se había convertido en el segundo cantante venezolano que había logrado vencer al diablo, dando testimonio de nuestro linaje latino, de temple valiente y de mente aguda. Tendría otra oportunidad para regalar su don al mundo y para llevar su mensaje de conciencia y reflexión a toda la humanidad.
P.D: Esta historia está basada en la canción “Es épico” compuesta por el difunto Tirone González, mejor conocido como El Canserbero. Un rapero venezolano que revolucionó dicho género musical por sus letras profundas que iban mucho más allá de lo trivial.
Tirone trataba de crear conciencia, expresaba su odio y le cantaba al amor con un estilo único e irreverente, lo que lo hizo brillar en el plano internacional. Sin embargo, su temprana muerte detuvo lo que seguramente hubiese sido un camino de fama y éxito.
El propósito de este relato es rendir homenaje a un enorme artista venezolano, cuyas letras han sido (En mi humilde opinión) subestimadas.
Hoy más que nunca, estoy seguro de que hablo por todos tus fans cuando te deseo que descanses en paz. Tu cuerpo muere, pero tu legado siempre vivirá.
“No se muere quien se va, solo se muere el que se olvida”
QEPD Canserbero