Lamento profundamente el tiroteo registrado el pasado sábado en Francia, en el que un genderme resultó herido y dos presuntos activistas de ETA arrestados. Las consecuencias políticas de un hecho como éste no pasan inadvertidas a quienes seguimos con interés la actualidad informativa. Este incidente será utilizado, sin duda alguna, para cuestionar el alcance y la sinceridad del alto el fuego anunciado por ETA el pasado mes de enero y se pondrá en cuestión, una vez más, la independencia y autonomía de Sortu, e incluso de Bildu. Sin embargo, tengo la convicción de que nada ni nadie logrará frenar la voluntad de la sociedad vasca de alcanzar la paz, aunque el camino sea largo y esté lleno de baches como éste. Lo he dicho muchas veces en este blog, y aún a riesgo de repetirme, creo que estamos en la antesala del cese definitivo de la violencia en Euskadi, más allá de que en el seno de ETA convivan familias que comparten la apuesta de la izquierda abertzale por las vías democráticas con otras que son reticentes a emprender este viaje. Las amenazas, sin embargo, no provienen sólo de este lado. También hay formaciones y dirigentes políticos, que ostentan puestos de gran responsabilidad, que evitan cualquier compromiso o gesto en favor de la normalización y la reconcialiación, escudándose en viejos discursos, que justifican su inmovilismo bajo falsas premisas como es asegurar que Sortu es ETA y la tregua una trampa. Es cierto que todo el mundo reivindica la paz, pero no todo el mundo está dispuesto a ser flexible y generoso para alcanzarla. ETA, por supuesto, la primera.