Titanic

Hace tiempo que me apasiona el hundimmiento del Titanic y en una de las últimas lecturas, informaban que, si bien no se encontraron restos humanos en el pecio, sí fueron halladas prendas de ropa y calzado que, se presumía, habían de estar ocupados por sus propietarios en el momento del naufragio y fueron desapareciendo, poco a poco, con el devenir de los años y gracias al efecto devastador del agua marina unido a la flora y fauna de las profundidades.

A ratos no puedo dejar de pensar en los cientos de personas que no cayeron al agua esa madrugada, sino que permanecieron en la que sería su propia tumba, mientras descendía al abismo marino a unos cuarenta kilómetros por hora, generando a cada segundo una presión imposible de soportar. Después la oscuridad y el silencio que acompañaron a las víctimas durante más de setenta años, hasta que Ballard, allá por 1.985, localizó los restos de la tragedia marítima más famosa de la historia. el carácter impoluto de la vajilla o del latón, inmune al paso de los años aún a tales profundiades, contrasta con el calzado que ilustra nuestra imagen de hoy, y que llevó a tal punto embutido en la pierna que habría de ir desapareciendo poco a poco. Más que nunca, tengo la sensación de que seguir investigando los restos del paquebote, es profanar la tumba de quienes tuvieron la desgracia de no encontrar sitio en los escasos botes aquella fatídica madrugada del catorce de Abril de mil novecientos doce.