Titanic

Leí el otro día un artículo sobre los papeles que rechazaron famosas estrellas y que después, convertirían en emblemáticos a sus protagonistas; tal fue el caso de Gwyneth Paltrow , que rechazó encarnar a Rose en la película de Cameron coprotagonizada por Leonardo di Caprio. De todos ellos, me causó especial impresión por la debilidad conocida de Alejandro Pumarino por el famoso buque hundido en el Atlántico Norte hace algo más de cien años. La recreación del buque, los efectos digitales, el despliegue de medios materiales y humanos en la realización del film, devuelven al espectador al año de la tragedia, mientras se sale de la sala con el frío glaciar en el tuétano de la espalda. La oportunidad de hacer historia, aún tan fugaz como efímera, en el mundo del celuloide, jamás la hubiese dejado pasar de largo quien suscribe, aún en calidad de extra que deambulaba por la cubierta de un paquebote que surcaba el oceáno en la película, mientras estaban aparcados los automóviles deportivos a su eslora en la realidad. Fue un error de la Sra. Paltrow, que hubiese visto aumentada su merecida fama, aunque sea sabido que no todo se puede tener en la vida. La belleza, el glamour, la popularidad y hablar español razonablemente bien, son méritos más que suficientes para la estrella platino. Que lo disfrute.