Revista Deportes

Tito Vilanova, discreto y ejemplar

Publicado el 26 abril 2014 por Toni_delgado @ToniDelgadoG

 

Tito Vilanova, discreto y ejemplar

Tito Vilanova y Abidal levantando la Liga de los 100 puntos. 


Puede, solo puede, porque hablar de alguien con el que no has tenido un trato cercano es muy arriesgado, que Tito Vilanova se defina por cómo actuó en noviembre de 2011, cuando supo que estaba enfermo y tenía que ser intervenido de la glándula parótida. Se lo dijo a Pep Guardiola, su amigo íntimo, el mismo que le requirió para que fue su ayudante en el Barça B y también en el primer equipo. Tito le pidió discreción a su amigo y la noticia se retrasó lo máximo, porque él nunca se sintió protagonista, sino que un
complemento más del club de sus amores, en el que no cumplió el sueño de jugar con los mayores, aunque sí  en el filial, del que partió para jugar en Figueres, Vigo, Badajoz, Mallorca, Lleida, Elche y Santa Coloma de Gramanet. 

Lo que no consiguió con las piernas lo logró con su visión, la pizarra en la mano y la entereza de su puño, aconsejando estrategias a Pep, recomendando fichajes y siendo un puntal para entender al Barça de las 14 copas. Asumió el reto de relevar a Pep y, pese a su recaída y a viajar a Nueva York para tratarse, siguió trabajando para el equipo para tratar de ganar todos los títulos. Se llevó la Liga de los 100 puntos, que levantó, vergonzoso, junto a Éric Abidal, otra persona que sepa qué es eso de apretar los dientes: "Por todo lo que hemos vivido juntos, siempre te recordaré, amigo. Gracias por tu lucha". Tito ha agrupado a tantas y tantas personas anónimas que han persistido y persisten ante las malditas enfermedades. Personas tan vitales, discretas y ejemplares como él, cuya luz ha llegado a todo el mundo. Su éxito va más allá del deporte, es haber logrado unir colores, algunos antagónicos, y que a miles y miles de kilómetros haya un recuerdo para él, un minuto de silencio o el mínimo gesto de respeto para un hombre que no se cansaba de recordar que la vida está para valorarla, que los lamentos son un absurdo apunte sin gracia. Descansa en paz, Tito.  


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